Editorial

Verde Que Te Quiero Verde – A Través de la Pluma

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Verde Que Te Quiero Verde

Marie Turrent

A Través de la Pluma

“Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.”

¿Quién no ha escuchado alguna vez esta frase de García Lorca? Debo confesar que a pesar de escribir poesía e interesare por esta, poco caso le había hecho a Lorca. Sin embargo, me parece que el destino ha decidido hacerme leer a tan encomiado vate porque en las últimas dos semanas se me ha aparecido cual fantasma.

“Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.”

Resulta que, en el taller de escritura, Gabriela, una tallerista, está escribiendo una novela sobre una gitana y esto, ha creado un ambiente festivo en las sesiones al grado de provocar a algunos a bailar flamenco, a otros a hacer suertes propias de la fiesta brava, y a emocionarse declamando La casada infiel. Y un “¡Ole, Lorca!” nos hizo aplaudir a todos.

“Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.”

Después en una presentación de un libro, me encontré a la dramaturga Magdalena Hidalgo que me hizo una invitación para asistir a su obra Yo soy Federico García Lorca. Ahí caí en cuenta que aquellos versos no correspondían a los amores de Federico, pues en el guion de Magdalena Hidalgo, le confiesa a Salvador Dalí que nunca ha sentido por una mujer lo que siente por él, y nunca se ha enamorado de una dama.

“Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.”

                  La función se llevó a cabo en el teatro Xbalanque que, aunque es muy pequeño, me dio gusto ver abarrotado de jóvenes, y me sorprendió que un mesero nos sirviera bebidas y alimentos como si estuviéramos en un cabaret de antaño.

Ahí en el escenario pude ver en la residencia estudiantil de Madrid, muy bien caracterizados, a los representantes de la Generación del 27: Salvador Dalí —excéntrico desde sus inicios—, Luis Buñuel —cuya moral conservadora, conocía gracias al libro escrito por su esposa, Jeanne Rucar, Memorias de una mujer sin piano—, y Federico García Lorca —romántico, humanista y soñador. Los escuché declamar a manera de diálogo sus poemas, mezclando la poesía tradicional con elementos de vanguardia usando la metáfora como vehículo. Desanimado por la partida de Salvador Dalí a París, Lorca canaliza su energía en la creación del La Barraca, un grupo de teatro universitario de carácter ambulante y orientación popular por lo que, en la obra, Magdalena Hidalgo incluye a manera de entremés, uno de los entremeses de Cervantes que Lorca presentaba, haciendo reír a todos. Pero el final es sobrecogedor, pues representa el drama del fusilamiento de García Lorca, en su natal Granada en 1936, a sus 38 años, cuando iniciaba la Guerra Civil Española y lo juzgaron por sus ideas liberales, acusándolo de “socialista, masón y prácticas de homosexualismo”.

“La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.”

Sin embargo, la obra de García Lorca sigue viva y vigente, su Romancero Gitano (1928) sigue haciendo vibrar a los seres apasionados, y sus obras como La Casa de Bernarda Alba, Bodas de Sangre y Yerma, siguen representándose en los teatros de todo el mundo.

“¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.”

¡Ole, Lorca!

 

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