Editorial
DIARIO PELIGROSO- DÍA 70 – MANSALVA
DIARIO PELIGROSO- DÍA 70
FRANCISCO PAYRÓ
MANSALVA
www.franciscopayro.com
Robaron en mi casa. Es la segunda vez que lo hacen en el transcurso de seis años. De eso me di cuenta luego de un largo día que pasé fuera del lugar donde vivo.
Los cacos entraron por uno de los extremos de la herrería que reguarda el pozo de luz. La levantaron —según me dijeron los herreros a los que pagué para que repararan el daño— a fuerza de utilizar unas herramientas a las que llaman grifos. La operación pudo haber sido tan silenciosa que si hubo vecinos que podrían haberse enterado, sencillamente no se enteraron.
Los rateros se llevaron un teclado (Yamaha PSR-E423, una maravilla electrónica que compré cinco años atrás), una cámara fotográfica con imágenes recientes, un perfume y unas cuantas alhajas de mi mujer. Me tomó largo rato superar el trance de comprobar que mi vulnerabilidad es tal que unos hijos de mala madre se habían encargado en unos cuantos minutos de hacerla pedazos. Me tomó tiempo convencerme de que yo era uno más del montón de hombres y mujeres robados a diario por los alrededores.
Uno de los herreros me dice que a una señora que vive en el pueblo le robaron, a plena luz del día, alhajas heredadas con gran valor sentimental; que a varias familias y negocios los han despojado de objetos y productos necesarios: dinero, ropa, mercancía, cableado, todo aquello que de lo que pueda sacarse “raja” en el mercado subterráneo de las cosas robadas.
No pensé en ningún momento en interponer denuncia alguna ante el Ministerio Público. En Tabasco el nivel de impunidad es tal que uno puede perder su tiempo acudiendo a interponer la denuncia correspondiente. Ahora sé bien —por experiencia— de la casi total inutilidad de intentarlo siquiera. Lo mejor será que me concentre en hacer de mi casa una fortaleza y en tratar de extraer una lección del acontecimiento, si es que éste tiene alguna.
Después de todo, hay personas evolucionadas que hablan de la responsabilidad que cada quien tiene por todo lo que le acontece. ¿Dónde comienza mi responsabilidad por el robo del que he sido objeto? ¿Dónde termina?