Editorial

Pandemias Sociales – Y Aquí Comienza el Abismo

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Pandemias Sociales

Roberto Cardozo

Y Aquí Comienza el Abismo

 

A lo largo de estos días, por todos lados hemos sido testigos de cómo la situación económica es uno de los factores que no teníamos previsto y que ahora vamos descubriéndonos débiles ante el panorama de los próximos días o meses. Para estos días, ya empezamos a enterarnos de despidos masivos, de “días de descanso solidarios” en los que, si bien no te despiden, no te pagarán el sueldo completo.

Sobre todo en nuestro estado, que tiene una alta vocación turística y de servicios, veremos cómo lo más trágico de esta pandemia será la recuperación económica a la que se suma la actual situación mundial que, de por sí, ya venía dando muestras de estar entrando en recesión.

Los efectos en la salud se verán superados en cuestión de semanas, mientras la recuperación en los demás sectores podría alargarse hasta fin de año, incluso a mediados de 2021.

Todo esto se ve incrementado por esta muestra social de egoísmo en la que muchas personas salieron en estampida a comprar artículos de higiene, incluyendo una desmesurada e injustificada voracidad por el papel higiénico, algo sin sentido sustentado real; tema del que escribiré más adelante.

Esta fragilidad económica, resultado de un sistema de comercio agresivo y salvaje, dedicado a generar consumidores incontrolados a partir de mecanismos psicológicos y sociales de reforzamiento, nos debe llevar a reflexionar sobre la vigencia del propio sistema, pensando en un nuevo planteamiento psicosocial de la economía.

Esta nueva economía deberá estar basada sobre un nuevo sistema de valores sociales y de comunidad, mismos que observamos inexistentes en la actualidad. Basta con notar cómo vivimos anestesiados, ajenos a las necesidades de nuestros prójimos, pensando únicamente en las nuestras.

Un nuevo sistema económico, debe partir del reconocimiento de la dignidad y del valor de cada ser humano que conforma la sociedad, llevando a cabo una interacción basada en un intercambio no únicamente de dinero, sino que tenga visos de aquellos sistemas basados en el trueque. Al fin de cuentas, el uso del dinero implica un trueque, pero con la salvedad de que una moneda o un billete sirven para poner a los gobiernos como intermediarios en las dinámicas económicas y sociales.

De lo que se trata es de generar valores, como el tiempo, que puedan ser intercambiados con otros valores sin la necesidad de intermediarios y que permitan el desarrollo equilibrado de las personas.

Si algo bueno nos tiene que dejar una pandemia como la que estamos viviendo, es reconocer la fragilidad de nuestra economía y la posibilidad de que este cambio sea real si sabemos aprovechar esta crisis, que en realidad significa la oportunidad para dar un giro completo que permita la participación de todos en un ambiente de competencia justa y legal.

Pero no perdamos de vista que es muy probable que, terminando la contingencia de salubridad, nos demos cuenta de que no hemos aprendido nada y volvamos a antiguas costumbres económicas como la acumulación de bienes, demostrando que no asimilaremos mientras no cambiemos de herramientas de acción.

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