Editorial
¿Acaso Estamos Ante el Fin del Mundo? – ¡Y Aquí Empieza el Abismo!
¿Acaso Estamos Ante el Fin del Mundo?
Roberto Cardozo
¡Y Aquí Empieza el Abismo!
En los últimos días, además de las teorías conspiranoicas y los sesudos análisis de los activistas de ordenador, una realidad cada vez más visible es este temor a que estemos ante un inminente “fin del mundo”. Y es cierto, el fin del mundo como lo conocemos está más cerca de lo que queremos suponer o de lo que quisiéramos que fuera cierto. Todo esto se convierte en una real tragedia cuando hemos vivido en una burbuja de optimismo en la que nos anestesiamos de estas ideas fatalistas sobre la muerte y el fin del mundo. Por supuesto, cuando abrimos los ojos a estas realidades y notamos que la bomba está a punto de estallarnos en la cara, el despertar suele ser muy amargo y desalentador.
El pesimismo por sí mismo no es para nada negativo, debe ser el motor para que nos movamos hacia mejores escenarios. Por lo general implica renunciar a ciertas zonas de confort, algo que pocos están dispuestos a hacer, por eso vemos cómo se aplauden acciones en estos días, tendientes a un velado fascismo, por lo que se debe tener mucho cuidado.
Para empezar, debemos partir de la idea de que las situaciones van a cambiar después de esta emergencia global, que no se podrá regresar a estatus anteriores, para que, en el afán de mantenernos en estas zonas, no caigamos en la falsedad de apoyar acciones represoras, ya que, más adelante, las mismas podrían afectarnos más de lo que nos están beneficiando en estos momentos.
Cuando hablemos del fin del mundo con la madurez que se requiere, podremos pensar en estos nuevos escenarios globales, preparando a las sociedades venideras con un pensamiento más pragmático, en equilibrio entre optimismo y pesimismo. Recordemos que a partir de un pesimismo podemos ver las tragedias, tanto personales como comunitarias.
¿Estamos ante un fin del mundo? Sí, de un mundo tal como lo conocemos, pero lejos de una tragedia que nos lleve a la extinción. Bueno, supongo, nadie puede establecer una medida o los parámetros para saber con cierta precisión un inminente fin del mundo, aunque se hagan esfuerzos como el reloj del fin del mundo, que se acerca o aleja de la media noche, según las características históricas de la época.