Editorial
RADIOGRAFÍAS – El sufrimiento y desahogo de C. S. Lewis
RADIOGRAFÍAS
El sufrimiento y desahogo de C. S. Lewis
NORMA SALAZAR
Una pena en observación del autor Clive Staples Lewis (Belfast, Reino Unido e Irlanda del Norte, 1898-1963) es una recapitulación de momentos muy difíciles, a través de su escritura autobiográfica nos deja observar un relato de orden ético-moral, ético-cultural, por supuesto ético-médico; en su grafía podemos leer un dolor hondo en este caso el sufrimiento que no posee arranque físico, sino espiritual, su causa y efecto por el deceso de su esposa. Un designio cabal al inicio del diario, Lewis «Escribiendo para echarlo todo fuera (¿todo? No, un pensamiento entre miles) me parece que me reparo un poco de ello» relatar su propia pena brota en esta cuestión a quien la sufre como una condición de objetivarla, de sacarla afuera de sí y poder concebirla de forma más comprensible. Al transcurrir los días, reaparece con luminosidad cómo el entresijo referente al sentido del dolor se transmuta en un examen de auto-interrogación que poco a poco va causando en el protagonista cambios profundos. El libro sitúa el manifiesto amplio y claro de aquellos periodos negativos y positivos de la persona ante el dolor, es decir, la dupla trayectoria puede convergir en una desmoralización confrontando una falta de sentido del sufrimiento, o, el opuesto, el develamiento del sentido.
En primer lugar es obvio que nuestro novelista lo acapare el abatimiento a causa de la pérdida que le acongoja profundamente que le absorbe y succiona todas sus energías; ese vacío por la ausencia del ser amado vive en el interior de su ser y es la herida tan honda cruda «Su ausencia es como el cielo, que se extiende por encima de todas las cosas». Segundo enfoque en nuestra lectura podemos descubrir su autodefensa a través de sucesos inactivos o un activismo sin coordinación, es decir, no existe una directriz sin línea fija, a su vez antepone una muralla para defensa propia que no sigan lacerando sus cicatrices vivas, insisto, es una resistencia por su fragilidad emocional «nadie me habló nunca de la desidia que inyecta la pena», déjeme ser enfática con el siguiente fragmento:
«Y la pena se sigue sintiendo como miedo. Aunque fuera más exacto decir que es
como un ‘suspense’. O como una expectativa: eso es. Es como estar colgado
a la espera de algo que va a pasar. Esto confiere a la vida una sensación permanente
de provisionalidad. Parece como si no valiera la pena comenzar nada.
No soy capaz de encontrar asiento, ando azogado y nervioso, bostezo, fumo muchísimo. Antes nunca llegaba a tiempo para nada. Ahora no hay nada más que tiempo.
Tiempo en estado casi puro, una vacía continuidad»
Asimismo, es un estado de rebeldía activa formada por una negación de querer borrar el dolor el. Otra razón de ser es reflejada con la conducta pasiva, que a decir verdad, es más bien por el abatimiento que ostenta una incapacidad de responsabilidad por una verdad que destruye. Se puede notar también una rebelión contra Dios: «Y, en el entretanto, ¿Dios donde se ha metido?”, se interroga, se contesta a manera de conclusión «¿Y con qué te encuentras? Sólo una puerta que te cierran en las narices, con un ruido de cerrojos, un cerrojazo de doble vuelta en el interior, y después de esto el silencio».
Con asuntos religiosos y un tanto morales la zozobra derroca nuestra seguridad aunado al examen por la fe:
«Cuando intento rezar por H., me sobresalto. La confusión y el trastorno
se me vienen encima. […] Nunca sabe uno hasta qué punto cree en algo,
mientras su verdad o su falsedad no se convierten en un asunto de vida o de muerte».
Qué análisis de conducta se pueden extraer de una pena en observación, primeramente querer estar aislado, uno nota cierta distancia por el dolor que intercala entre uno y los demás, una autoexclusión o un sentirse excluidos ante los demás; sentir un asfixio en un lugar que generalmente sea espacio abierto, las conversaciones con personas para dar consuelo:
«Hay una especie de manta invisible entre el mundo y yo. […]
Un extraño subproducto de mi pérdida, es que me doy cuenta de que resulto
un estorbo para todo el mundo con que me encuentro en el trabajo, en el club,
por la calle. Veo que la gente, en el momento en que se me acerca,
está dudando para sus adentros si ‘decirme algo sobre lo mío’ o no.
Me molesta tanto que lo hagan como que no lo hagan. Algunos meten la pata de todos modos. […] Me pregunto si los afligidos no tendrían que ser confinados,
como los leprosos, a reductos especiales».
Por otro lado, es un planteamiento teórico complejo sin olvidar que es un problema médico importante, ya que se refiere al tratamiento con nuestra psique. En primer plano un cauce positivo, el hallazgo del sentido del dolor pide ante todo un trance de la inteligencia y de la voluntad, es adentrarnos a la toma de conciencia, sí, la aceptación de la realidad tal cual es, sin artimañas «Vamos a ver, ¿qué adelantamos con las evasiones? Estamos atrapados y no podemos escapar»
Déjeme apreciable lector ser nuevamente enfática con una premisa llana que no prestamos atención a lo más primordial y sencillo, porque, ¿Cómo es que un ser –humano- que pertenece al reino animal llega a interrogarse a primera vista, la conexión entre un orden físico-químico y un orden entre los seres vivos? Es aquí, en cada conciencia para crear una nueva oportunidad para compartir un nuevo y más profundo lazo con el mundo y con los demás, también compartir los duelos, porque sólo si es aceptado podrá afrontar la pena:
«Fue esta mañana temprano. Por una serie de razones, no todas misteriosas
en sí mismas, mi corazón estaba más aliviado que nunca desde hacía varias semanas.
[…] Y después de tres días de nubarrones bajos y grises y de una humedad bochornosa
y estática, el cielo brillaba y había una brisa ligera. Y de repente, en el mismo momento
en que por última vez, hasta ahora, estaba llorando por H., me acordé de su parte mejor.
Era como si la pesadumbre, al alzar el vuelo, derribase una barrera.
[…] No somos propiamente capaces de ver nada cuando tenemos los ojos enturbiados
por las lágrimas»
La crisis de la fe y de toda certeza deja sitio al redescubrimiento del lazo con Dios produce una madurez, serenidad con su OTRO YO, el dolor sigue permanente y tardará en sanar en aceptar se redescubrirán nuevos rasgos, como si fuera un misterio por descubrir, sí, el tiempo, hace su mejor papel en esta narrativa, no hay más puertas cerradas para no ser más reflexivos, comprensivos. En la conversación, si se le puede nombrar así o más bien es un dilema:
«Cuando le planteo estos dilemas a Dios, no hallo contestación.
Aunque más bien es una forma especial de decir: ‘No hay contestación’.
No es la puerta cerrada. Es más bien como una mirada silenciosa y
en realidad, no exenta de compasión. Como si Dios moviese la cabeza no a manera
de rechazo sino esquivando la cuestión. Como diciendo:
‘Cállate, hijo, que no entiendes’ «.
El viaje hacia el interior de mi YO es un viaje profundo con el OTRO, reconfortar y reconciliarme con mis OTROS YO” S. “La pena es como un valle dilatado y sinuoso, que a cada curva puede revelar un paisaje totalmente nuevo»
Termino ávido lector este análisis del libro Una pena en observación del autor C.S Lewis es una novela tan actual en tiempos difíciles; literatura como la filosofía son herramientas muy necesarias y humanas con objetivos precisos en el pensamiento del hombre. A través de su experiencia Lewis escribe para compartir aquellos duelos que existen entre muchos en el ancho mundo más para informar y dar pauta a la formación académica entre las futuras generaciones en el campo de la medicina y con su sensibilidad para aprender la historia del dolor del paciente, en cada historia clínica. Cada ser humano, cada ser vivo tiene su propia historia, más exactos biográfica donde tiene toda libertad de expresar con madurez y responsabilidad el viaje lineal de vida, que en ciertos momentos habrá algunos casos que requieran apoyo de otras personas para ser cuidados, una novela que muestra lo solidarios, comprensivos que podamos ser con otros seres vivos, cuantimás con los seres más cercanos que amamos.