Editorial
Teorías conspirativas y otras ficciones – Mariel Turrent
Teorías conspirativas y otras ficciones
Mariel Turrent
“Aun la mente menos curiosa se excita con la promesa
de obtener conocimientos ocultos para los demás”.
John Chadwick
Recientemente me he interesado en las teorías conspirativas. Resulta que he escuchado la teoría sobre la actual pandemia de David Icke y me ha fascinado la forma en la que ha hilado su historia, haciéndola completamente creíble. No deja ningún cabo suelto. Investigando un poco, me enteré de que Icke tiene una profesión que yo, completamente ignorante del tema, jamás había escuchado: es un teórico de la conspiración. Sin embargo, al buscar teorías conspirativas en internet, me entero de que el término se usa de forma peyorativa y descalifica estas teorías por carecer de sustento.
Existen todo tipo de teorías conspirativas: quién llegó primero a la Luna, el atentado del 11 de septiembre, la muerte de John F. Kennedy, el Ojo de la Providencia en la moneda estadounidense como símbolo conspiraciones mundiales masónicas o Iluminati, la muerte de Elvis Presley, “El Código da Vinci” y muchas más. No solo eso, existe también una lista de las que ya han sido comprobadas como ciertas, una de ellas es la de que Lev Trotski fue ejecutado en México por Ramón Mercader, tema que Leonardo Padura retoma magistralmente en su novela “El hombre que amaba a los perros”. Y es que ciertas o no, las teorías conspirativas son un tema fascinante para la literatura. Nos hablan de otras posibilidades sobre la misma historia y requieren de una mente brillante que el autor teja la información para que todo encaje y sea más plausible que la misma verdad.
Otro autor que ha aprovechado los argumentos conspirativos para desarrollar una historia genial es Umberto Eco. Su novela “Il nome della rosa”, de 534 páginas está basada en la abadía Sacra di San Michele, cuyas leyendas son fascinantes. El libro fue galardonado en Premio Strega 1981 y se considera uno de los cien libros de su siglo.
La buena acogida que el público le dio a “El nombre de la rosa”, no me extraña, resulta que la mayoría de las personas esperan que un acontecimiento extraordinario tenga una causa extraordinaria. Esto funciona muy bien cuando escribimos ficción. Aunque la realidad es mucho menos lógica: si el escritor retrata la realidad tal cual, el lector no se la cree. En la ficción tenemos que lograr convencer al lector de que lo que escribimos es cierto y que es posible.
“El sorprendente hecho que, a pesar de su ocurrencia, desmiente la teoría de la conspiración es que pocas de estas conspiraciones tienen éxito, a fin de cuentas. Los conspiradores rara vez consuman su conspiración”.
K. Popper
El síndrome del complot no es nada nuevo, ya los griegos culpaban a los dioses de conspirar en el Olimpo contra ellos y ser los causantes de todo lo que ocurría. Karl Popper ha estudiado el fenómeno a fondo y en su libro “Conjeturas y refutaciones” dice que la conspiración es una variante del teísmo.
Existe un estudio en el que se le cuenta a tres personas cuatro versiones de la muerte de un presidente extranjero. Los sujetos siempre se inclinan en mayor o menor medida por algo más dramático, les gusta pensar en una conspiración. Cuando algo significativo es el efecto de algo insignificante, nos decepcionamos y nos duele que la realidad sea tan simple y cruel. Preferimos adjudicárselo a gente poderosa, que está por encima de nosotros, y hacerlos culpables de las desgracias. Nos gusta que existan culpables (de preferencia gente poderosa) y que paguen.
Toda teoría de la conspiración dirige la psiquis pública hacia peligros imaginarios, con lo que la distrae de las verdaderas amenazas.
U. Eco
Noam Chomsky alguna vez afirmó que, quizás el mayor beneficiario de una descabellada teoría de la conspiración sea la misma persona o institución que la teoría supuestamente trata de atacar en primer lugar. Esta idea me parece genial. La mejor manera de hacer que la gente desacredite una teoría es ponerla en manos de un teórico de la conspiración; un tipo como David Icke cuya teoría se centra en que un grupo secreto de humanoides reptilianos llamados la Hermandad Babilónica (que incluye a George W. Bush, la reina Isabel II, Kris Kristofferson y Boxcar Willie) controla a la humanidad.
¿Apoco no esta idea maquiavélica de divulgar una verdad como teoría conspirativa para que nadie la crea es un argumento genial para una novela?