Editorial

Existir – Y Aquí Empieza el Abismo

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Existir

Roberto Cardozo

Y Aquí Empieza el Abismo

Antes de que iniciara el distanciamiento social voluntario, conocido vulgarmente como “la cuarentena”, solía disfrutar quedarme en casa y pasar el día acostado, ya sea leyendo, viendo alguna película o jugando video juegos; otras veces, simplemente quedarme contemplando hacia un infinito imaginario más allá del techo o, en el jardín, hurgando entre las nubes. Cuando alguien me preguntaba qué hacía, solía contestar: existiendo.

Ese modo de existir, me ayudaba para ir en busca de mí mismo, caminando en mi interior entre dunas saharianas y esa búsqueda, casi siempre infértil, me llevaba a tener esa sensación de existencia que tanto necesitamos reafirmar.

Existir, sentirse vivo y afirmarse como un ser activo que ocupa un lugar material en el mundo e inmaterial en el tiempo, es parte de la esencia de los seres humanos, aunque la mayoría camina por senderos no siempre adecuados y se va de este espacio tangible sin haber encontrado su lugar en la trascendencia temporal, perdiéndose para siempre la esencia única que lo puso en el aquí y ahora.

Actualmente, en estas épocas pandémicas, he tenido mucho más tiempo para existir, tanto que me he puesto a dudar, partiendo de la infinita mínima necesidad que tiene el mundo de nosotros, que bien podríamos irnos antes de que nadie lo note. Esto, sumado al cierre del mes de mayo, en el que muchas tiendas inundan nuestros ojos con la campaña Hot Sale, hace que esta necesidad de reafirmar nuestra existencia se vaya por senderos más sencillos y transitados, el de las compras.

Comprar en este ciclo de aislamiento, es lo que nos permite mantenernos afianzados a la existencia y a sentirnos parte de la sociedad. La fórmula es sencilla y es la que veremos en los próximos meses: comprar para sentir que la vida normal continúa, que hemos despertado de una pesadilla que, si bien duró varios meses, se fue al encender la luz del cuarto. La luz encendida es toda campaña de compras a precios que nos hacen tener la ilusión de que aún tenemos poder adquisitivo y de que las cosas continuarán como siempre.

No es que esto sea malo, incluso es necesario, pero debemos estar alertas para no cegarnos ante la inminente necesidad de integrarnos a una sociedad que simplemente nos absorberá en su propia búsqueda de un equilibrio, trastocado en los últimos días.

Disfrutemos de esta necesidad de sentirnos vivos mediante las compras, pero con la responsabilidad de no acumular deudas que veremos muy difíciles de pagar. Disfrutemos, porque se siente muy bien cuando llega el camión de paquetería a la puerta de la casa y, con las medidas de higiene adecuadas, recibimos nuestro envío; porque también necesitamos un oasis emocional entre este desierto dunoso que nos habita. Yo ya estoy preparando la tarjeta.

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