Editorial
Poética – Mariel Turrent
Poética
Mariel Turrent
A Carlos Torres
La poesía es un insecto de ocho letras. Acostumbrada a observarme desde el piano que asemejan los dientes de mi peine. Por las mañanas, cuando despierto, me peino con cuidado, para que no vuele y me deje deshabitada. Es minúscula, ejemplar, con sus cuatro alas se enreda en mis cabellos y coloca en mi mente las ideas capturadas en sus vuelos: un enjambre de frases desdibujadas que hablan de mí y de aquella parte del universo que reside en mis entrañas. Para evitar que a mi ser terreno se le escapen, para impedir que se pierdan en la caducidad del tiempo, me ha dado por llenarlas de tinta y estamparlas en un papel.
Tú, poeta viejo, me enseñaste a observar aquel insecto. Entonces supe que mi locura no venía de la nada. Que dentro de mí, en mi cuerpo de agua surgía a menudo el cascarón que la engendraba. Diminuto, frágil, latente, en espera de un día lluvioso que ataviara las ausencias de calma. Desde entonces, sé que el huevo se rompe de forma inesperada, y entre la maleza de mis turbaciones aparece la ninfa que susurra mis andadas.
Tú me contaste, viejo, de su sistema ocular, de sus treinta mil estructuras que son en sí mismas un ojo; me contaste de todas sus formas de volar y del día que, en mi tierra maya, ayudó al Sol a guardar las piezas rotas de la Luna cuando un rayo la quiso matar.
Ahora que ya no estas, viejo, en sueños veo a esta ninfa alada volando sobre tu sombrero. Te veo a ti en el umbral, vigilando la entrada. Y yo, sin dudarlo, ingreso a tu mundo apasionada. Porque yo también la llevo en la cabeza, viejo, como un símbolo inequívoco de mi locura. Porque yo también, como tú, soy poeta mentirosa, y mi boca cosida no tiene otro escape que la pluma culpable de mis ideas desbaratadas.