Editorial

¿Clásico o romántico? – Mariel Turrent

¿Clásico o romántico?

Mariel Turrent

 

En mi recorrido por diversos talleres literarios, me he topado con inspirados que buscan comunicar sus emociones y sentimientos engarzando palabras de sonidos similares, soltando términos igual que caen lágrimas de sus mejillas, con el corazón en la mano, con el alma a flor de piel y en lugares comunes a los que todos los emocionados acudimos, de vez en cuando, una y otra vez. Estos lugares comunes son el espejo en el que nos vemos reflejados ahí nos identificamos cuando necesitamos encontrarnos, sedarnos, vaciarnos.

Sin embargo, ser poeta es otra cosa. La poesía es un arte, no basta con llevar una música interna, ni los sentimientos exaltados, no basta con tener la sensibilidad ni con detectar los ripios de nuestras emociones comunes. El poeta es el que trabaja el lenguaje, el que vacía todo eso que el inspirado siente (porque el poeta también lo siente) en un laborioso tejido de sonidos, significados, connotaciones, imágenes, utilizando las técnicas aprendidas, las herramientas adquiridas hasta encontrar el tropo, la combinación exacta, la fórmula matemática que provoca la estética de los sonidos, sus significados y también su estructura.

Cuando los inspirados llenan sus rimas de ripios o cuando eliminan las formas clásicas acusándolas de pasadas de moda, se equivocan. El inspirado debe primero leer, leer mucho, conocer a clásicos y románticos; encontrar su voz artística, educarla, y entonces ser poeta.  Superar a los clásicos y convertirse en romántico no significa ser mejor, sino saltar los obstáculos, decidir evadir los cánones impuestos, pero con pleno uso de conocimiento y no por error o por casualidad. Me gusta aquello que dice, el poeta español, Antonio Colinas, dejando clara su posición en cuanto a la forma en la que ha incorporado los clásicos a su propia genética poética y los beneficios que le supuso: “Lo clásico, que en modo alguno, es lo caduco, lo viejo, lo esclerotizado, sino sobre todo y ante todo, un canon en el tiempo; un canon fértil de verdad y de belleza en el que no dejamos de aprender, ese canon clásico es, otra vez, la <<palabra en el tiempo>> machadiana, la palabra que no pasa”.  Así el poeta encontrará su voz personal después de haber recorrido un largo camino de lecturas.

 

Los dejo aquí con este poema que lo ejemplifica y explica de forma inmejorable:

 

             Los complementarios 

 

            I

            Ni mármol duro y eterno,

            ni música y pintura,

            sino palabra en el tiempo.

 

            II

            Canto y cuento es la poesía.

            Se canta una viva historia,

            contando su melodía.

 

            III

            Crea el alma sus riberas;

            montes de ceniza y plomo,

            sotillos de primavera.

           

IV

Toda la imaginería

que no ha brotado del río

barata bisutería.

 

V

Prefiere la rima pobre,

la asonancia indefinida.

Cuando nada cuenta el canto,

acaso huelga la rima.

 

VI

Verso libre, verso libre…

Líbrate, mejor, del verso

cuando te esclavice.

 

VII

La rima verbal y pobre,

y temporal, es la rica.

El adjetivo y el nombre,

remansos del agua limpia,

son accidentes del verbo

en la gramática lírica,

del Hoy que será Mañana,

del Ayer que es Todavía.

 

 

 

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