Un movimiento perpetuo
Mariel Turrent
«Lo demás es silencio» dice Hamlet al morir, y Augusto Monterroso utiliza esa misma sentencia para abrir su única novela: la vida y la obra de Eduardo Torres.
Para contar esta historia, el escritor crea, de manera muy interesante, una especie de panóptico con el que logra una visión de 360º de su personaje. El género es un híbrido, la estructura es una especie de rompecabezas cuyas piezas van armando el mundo de Eduardo Torres, construyendo al personaje, narrando su historia. El autor se da licencia al utilizar distintas formas de lenguaje, estilos, géneros, experimentar e innovar, convirtiendo a Eduardo Torres en su alter-ego y, muy a su estilo, narrando su autobiografía de forma ficticia, con agudeza y humor.
“Lo demás es silencio, es una crónica burlesca de la coherencia imaginativa ejercida sobre el oficio de escritor”, es un mosaico compuesto por la hibridación de géneros tales como los aforismos, reseñas, cartas, testimonios.
Su Decálogo del escritor escrito por Eduardo Torres (su personaje), recoge una verdad llevada al extremo con ingenio y humor.
“Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor”.
Cada uno de los testimonios de personajes que convivieron con él, son en sí cuentos que, como todo lo que está dentro de esta obra, se podría leer por sí solo. Sus personajes son entrañables y tiene una voz propia, como su valet, Luciano Zamora. La voz de la esposa de Eduardo Torres es también genial. Monterroso utiliza de forma muy inteligente la voz de esta ama de casa para hacer una crítica a los intelectuales —a su esposo y a sus amigos— se burla de sus pláticas, de sus actividades, de la importancia que dan a cosas sin importancia.
Lo demás es silencio, es una autocrítica muy bien lograda; una parodia del mundillo intelectual mexicano que utiliza como herramienta la autoficcionalidad.
“La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo; eso es, un movimiento perpetuo”