Editorial

La e-poesía – Ernesto Adair Zepeda Villarreal

La e-poesía

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

Fb: Ediciones Ave Azul Twitter: @adairzv YT: Ediciones Ave Azul

 

Seguimos en el mes de la pandemia, en el año de la pandemia, en la vida dentro y después de la pandemia. Y a se anunciaron algunas vacunas, el mundo sigue. Sin embargo, una de las cosas interesantes que nos queda en la poesía, son las experiencias. Hoy por hoy, se ha hecho visible la increíble cantidad de proyectos y artistas que andan por ahí, ocupadillos en la vida, creando. Todos estamos al tanto de que normalmente hay un centenar de eventos en la CDMX de poesía, a los que no vamos, muchas veces incluso de nuestros amigos (perdón, es que los tiempos). Pero la digitalización nos ha permitido ver que hay muchos hombres, y sobre todo muchas más mujeres, que tienen algo que decir, algo que contar. Además, los “barato” que es darle un click a la pantalla para acceder a una muestra mayor sin el riesgo de comprar un libro de buena fe antes de decepcionarse de su contenido o de llevarse una grata sorpresa, esa ruleta rusa que callamos los lectores de propuestas independientes (y muchas de editoriales de renombre, upsi); aunque ya está envejeciendo el concepto ante la masificación del internet desde el celular. La pandemia nos está llevando a exponer en la red lo que antes hacíamos en lo privado.

No es que vaya a durar para siempre, y esperemos que no sea así. Pero hay que reconocer que estos mecanismos nos permiten estar en una mayor cantidad de sitios, de permitirnos como audiencia explorar el quehacer en ciudades distintas, o de estar un día en un evento en un estado del Norte del país y por la y tarde del siguiente en la otra frontera. Así es que estamos descubriendo proyectos, revistas, autores, grupos, y un sinfín de gente interesante. Y exponerlo en la red, es apenas un paso. Faltará poco para ver como muchas de las propuestas más experimentales comienzan a vincular la poesía con otras formas de media (cosa que ya sucede), hasta que se vuelva más normal en nuestras pantallitas. Escuchar a la gente leer su obra, compartir espacios, y aprender de los demás, es algo muy valioso que nos está quedando. Lo análogo no desaparecerá, como vaticinan inocentemente algunos, o al menos no lo hará en el corto plazo. Hemos de aprender a integrarlo en nuestras vidas para enriquecer las posibilidades que tenemos de consumo, de acceso, y de divulgación. Pese a lo malo, y el sufrimiento de algunas familias, esta se ha vuelto una oportunidad interesante para aprender a compartir, para que tengamos una visión mayor de lo que hacemos, no sólo como un gusto personal, sino buscando encontrar a otros.

También nos ha permitido sortear algunos problemas para publicar, donde los grupos que controlan ciertos medios u otros defectos de nuestra sociedad impiden que decenas de mujeres, especialmente, y de creadores, tengan espacios para exponer lo que hacen. No se trata de decir que por eso ya son buenos, pero sí de reconocer que los medios tradicionales les han privado de esa poderosa escuela que es verse impreso en una revista o libro para reflexionar las meteduras de pata que hace uno; o el doloroso mal de Borges, que ya viéndote impreso te da por pensar que tal vez debería dedicarte a pulir más tu obra y ser menos vanidoso. Esta ola de e-poesía nos permite conocer, arropar y apoyar a nuevos creadores, de enriquecer nuestras vidas, y de acceder a otros mecanismos de consumo. Por ejemplo, escuchar la charla de ponentes o sus lecturas mientras lavamos los platos o arreglamos el carro, en lugar de batallar por encontrar espacios para leer un libro. Esta nueva experiencia nos permitirá abrir la poesía a más personas, evitando el elitismo de los tradicionales grupos sectarios que se reúnen por la noche a hacer complicados rituales de elogios, o depender de gurús de la vanguardia. Escuchar a las personas directamente nos permite generar conexiones y empatía, decidir si nos agrada su propuesta, y de googlearlo para saber más de ellos. Las redes sociales y la tecnología, que a veces son tan complicadas para crecer, también nos pueden acercar a quienes están buscando resonancia del otro lado de sus pantallas, creando nuevos canales de comunicación, nuevos proyectos, y sobre todo, entregándonos al otrora lujo, de incluir la poesía en nuestra vida.

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