Crónicas del Olvido
“LO IRREPARABLE”, DE GABRIEL PAYARES
Alberto Hernández
1.-
¿Cómo reparar lo que ya no se puede arreglar? ¿Qué ruta tomar si todo está desarreglado, la vida, las relaciones personales, el mundo, la misma muerte como símbolo?
A lo largo de la lectura de este libro de Gabriel Payares, “Lo irreparable” (Ediciones Puntocero/ Ficción, 2016), el lector podrá percatarse de que quien está en las páginas podría ser una de sus máscaras. Un solo personaje recreado: multiplicado en varias épocas. Hecho rostros en una diversidad temática que nos narra, porque más allá de lo verosímil, somos, como lectores, referentes de lo narrado: rasgos de identidad verificables entre los tantos sujetos que se encuentran delante de estas páginas y resultan extraídos de la misma realidad, transformada en imaginación, en ficción por el autor. Se podría objetar la idea por sencilla, pero no queda otra opción: estamos frente a nuestras biografías.
Son ocho los textos que le dan cuerpo a este libro del ya conocido Gabriel Payares, habitante hoy día de Buenos Aires, Argentina. Ocho relatos que recorren todos los temas. O casi todos los temas que podrían ser posibles en un ser humano. Su narración es clara, rica en imágenes, ingeniosa en instantes que aportan al texto el vigor y la fuerza que un lector desprevenido necesita para engancharse en ellos.
Pero la pregunta queda en el aire: ¿cómo reparar lo que no tiene compostura? Habría que recorrer toda la filosofía, desde sus orígenes, para, por ejemplo, llegar a buen término la vida: la muerte es una narración reparable para quien muere, pero quienes quedamos vivos la sentimos como algo que no tiene reparación, solución alguna, como en efecto no la tiene, pero es un tema que habita en cada conciencia, tanto en la ingenua como en la presta a enterarse y aceptar el mundo o la realidad como en realidad son. Así nos topamos con “Para Elisa” donde estos temas destacan, como igual destacan otros en “El extranjero”, “Lugares comunes”, “Los payasos”, “Siguiendo a Lisboa”, “La tregua, “La pecera” y “Las ballenas”, en los que derivan los perfiles de quienes no pueden resolver su propias existencias o complican las ajenas. Amores “prohibidos”, la lucidez de un anciano que huye de su retiro mientras un grupo de payasos reconstruye la memoria a otros que ríen como lo que son, niños arrugados. O el nacimiento de un niño/ monstruo como símbolo de lo indeseado, del dolor por lo que no se puede amar. O los mensajes que unas ballenas envían a través de la infelicidad de una pareja.
Todos estos relatos de Gabriel Payarse conducen a una sola conclusión: lo que no se puede reparar se debe dejar así, irreparable.
2.-
Desde unas líneas de Giorgio Agamben hasta otras de Charles Baudelaire, nuestro autor nos conduce -¿seré el lector que busco?- a entrar en un universo en el que los habitantes sucumben ante las certezas de sus vidas, ante, también, la incertidumbre que siembra el tiempo.
Entre el acento forense o policial hasta la fuerza de lo inverosímil/ fantástico, Payares recorre un buen trecho donde el amor se deshace por los efectos de la incomprensión, la soledad, la violencia, las brechas por donde pasan el dolor, la venganza, el despecho. Temas que son del diario acontecer, pero a los que Payares da lustre a través de una prosa limpia, poética a veces, irreverente en otras gracias al uso de un humor que abre y cierra heridas. En la conciencia del lector quedan las cicatrices, las suturas que podrían servir de reparación, pero que al final de cada relato se sostienen en la incertidumbre, en un cierre abierto, en una secuencia que no tiene solución. O si la tiene queda en la imaginación del lector.