Editorial

RADIOGRAFÍAS – El Rabinal Achí y su  legado

RADIOGRAFÍAS

El Rabinal Achí y su  legado

NORMA SALAZAR

 

Con la llegada de los españoles al nuevo continente la conquista tuvo diversas directrices con nuevos sucesos que se establecieron en el nuevo mundo por explorar.  Existieron innumerables batallas. Después de las victorias en el entorno prehispánico hubo mucho asombro que causaba a su vez pensamientos enmarañados porque a los nuevos conquistadores les tenía perturbados el ver con sus propios ojos lo que era completamente terrorífico, los rituales, que los pueblos antiguos profesaban, uno en particular.

La muerte en el mundo prehispánico para los nuevos conquistadores del viejo continente, en compañía de los frailes, existió, la otra conquista evangelizadora que consistió en desclavar la idolatría, prohibir a civilizaciones como la azteca dejar de realizar sacrificios, ceremonias, ritos para sus muertos. Quitar las ceremonias, sacrificios a sus ídolos aquellas magnánimas esculturas prehispánicas, no eran más que para el mundo indígena la gratitud, petición, respeto a sus dioses por los presentes recibidos, estas actividades tan naturales cotidianas quedaron  asentados los hechos en los códices significaba el medio de atesorar sus sapiencias sus hábitos; su símbolo y digno respeto ellos entendían sus libros sagrados las reglas alcance de todo lo sagrado la clave para vislumbrar el espació y situarse en él, en conclusión, la norma de vida. En la literatura maya podemos leer cuantiosos testimonios socio-políticos ocurridos en la etapa posclásica a pesar de una imposición de NO plasmar más inscripciones en piedra y estuco aún con la prohibición declarada por los conquistadores seguían con la elaboración de códices lo reafirmarían cronistas españoles del siglo XVI que existían grupos a pesar del futuro ocaso de ésta gran civilización.

Por otro lado, en la provincia de Yucatán los extintos iban al Mitnal (el infierno) velado paraje colmado de pavura de trampas y mortificas torturas este pasaje complejo, aunque no todo era sombrío en la civilización maya puesto que era motivo de solemnidad un gozo eterno pues les esperaba el árbol sagrado La Ceiba que atravesaba las trece esferas celestes así como en el imperio azteca tenían un lugar especial. El universo maya se podría recapitular en un mecanismo de dioses y hombres que lidian en común frente a las atribuciones malignas. Los mayas creían en un universo sublunar adonde intercedían las almas errantes desertadas o los demonios que un marco gobernaban por las relaciones en una preparación armónica entre el cielo y la tierra entre los dioses y los hombres. Los dioses salvaguardaban a la humanidad contra las calamidades naturales siempre y cuando el hombre reverenciara las reglas preestablecidas sino las obedecían los dioses se abstenían de sus deberes.

El Rabinal Achí una obra con un lenguaje poético y sin perder la directriz de una orden,  advierte su gran fuerza  doctrinal indígena esa expresión de honda dolencia en el hombre que va a fenecer lejos de su tierra

 

                “¡Ah, oh cielo! ¡Ah, oh tierra! Mi decisión, mi denuedo, no me han servido.

                Busqué mi camino bajo el cielo, busqué mi camino sobre la tierra, apartando

                las yerbas, apartando los abrojos… ¿Debo realmente morir, fallecer aquí,

                bajo el cielo, sobre la tierra?… ¡Cómo no puedo cambiarme por esa ardilla,

                ese pájaro, que mueren sobre la rama del árbol, sobre el retoño del árbol

                donde consiguieron con qué alimentarse, con qué comer, bajo el cielo,

                sobre la tierra!”

 

Es necesario acentuar que en el mundo maya la voluntad del círculo celeste requería arduo intelecto en los mensajes divinos, la clarividencia del Chilam (el que es boca), sacerdote ostentaba la potestad de vaticinar las profecías sin importar su consumación, descifrar el camino que lo conduciría hasta el viaje final esperado por todos como leemos en un fragmento de la muerte del Varón de Queché donde existe un sincretismo “de la palabra al discurso”

 

                “Aquí hay con qué hacerlas nacer, con qué hacerlas salir, para que tú

                digas, para que tú reveles el aspecto de tus montañas, el aspecto de tus

                valles. Si no los dices, si no los revelas, permita el cielo, permita la tierra,

                 que te haga ir, sujeto o destrozado, ante mi Gobernador, mi mandatario”

               

Subraya el tono de excitación una efectiva prosa épica que interfiere con oraciones de orden pedagógico, es decir, una instrucción, los recordatorios de aquellos primeros hombres que dejan al mando a sus hijos revelando los valores morales que rigieron en esta vida terrenal.

Amable lector vamos terminando este breve ensayo, bastaría recordar que los antiguos americanos, nos dejaron una vasta documentación referente a danzas religiosas, civiles; representaciones (teatro) que encontramos en los pasajes de los libros de Diego de Landa, Sahagún entre otros. El Varón de Rabinal pertenece a la tercera categoría de los dramas completos; 1. Simples danzas con cantos, 2. Danzas con recitaciones, 3. Los dramas completos con música, baile, diálogos y empleo de máscaras con trajes apropiados. Reitero aquí, se ha dicho que con justa razón del ser humano es un ser vivo cantor, a través del tiempo fue de enorme utilidad absoluta para una conversación simple en forma de melopea al principio como un accesorio de lenguaje poético y, por supuesto en las oraciones colectivas o individuales, en himnos dedicados a sus dioses, un  claro ejemplo es el primer acto; El Varón de los Queché.

El Varón de Rabinal; al bailar agita un lazo, con el que se propone sujetar a su enemigo

                “¡Acércate, jefe violentador, jefe deshonesto!

                ¡Será el primero a quién no acabaré de cortar la raíz, el tronco; ese jefe

                de los Chacach, de los Zaman, el Caük de Rabinal!

                Esto es lo que digo ante el cielo, ante la tierra. Por eso no pronunciaré

                abundantes palabras.

                ¡El cielo, la tierra, estén contigo, el más destacado entre los varones,

                Varón de Rabinal!

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