Crónicas del Olvido
“HASTA EL ÚLTIMO VUELO”, DE MARIEL TURRENT EGGLETON
Alberto Hernández
1.-
Un tejido de voces y tonos, personajes, situaciones, representaciones, hace de esta novela de Mariel Turrent Eggleton una aventura en la que el lector podrá encontrarse con la realidad que abunda en nuestros conglomerados sociales. Cancún, México, ese trópico absoluto que decía Eugenio Montejo, es eco y reflejo de nuestras polis o costas, cielos de nuestras remotas ilusiones y también la borradura de sensaciones que en el pasado fueron disfrute, como en algún lugar refiere la autora de esa hermosa región del México del sur.
Estamos frente a una primera novela, la primera novela de una poeta y cuentista que ha abordado la soledad para escribir una historia que nos envuelve a todos, porque de alguna manera todos estamos imbuidos en sus líneas. Nuestra autora construye –desde la ficción- la psicología, el comportamiento de una sociedad de controversias, problemas familiares, corrupción, la política como estamento de lucro personal, el miedo, lo cotidiano, el amor y hasta el rechazo: todos los temas navegan en esta nave que cruza los cielos de la literatura y nos ayuda a ser lo que ya éramos, pero que lleva a someternos a la crítica y a salir a veces de la cueva en la que la misma sociedad nos ha metido. Somos una creencia, una extremada creencia de que somos espíritu y a la larga somos simples reflejos, cuerpos que envejecen.
Abordar este tejido de conductas, de desplazamientos y actitudes previene aquella patología del lector que se va descubriendo como parte de una historia que más adelante lo completa como ave curiosa, como visitante de nubes, de conciliábulos donde el diario existir deja plantada la magia. Esta es una novela pupilar, cinematográfica, muy mexicana en su decir y ser. Ser para creer, destaca en todas sus páginas la ambición creativa de esta inteligente y bella mujer mexicana que no deja de trazar con afán su ruta literaria, su aliento verbal, su presencia como animadora de relatos, de emociones contenidas y a veces salidas de mapa para determinar que sus personajes han sido dibujados, trazados con el rigor de una novelista que aspira a seguir escribiendo, imaginando periplos de largo aliento.
2.-
Julio y Sabina, Zoe, Leonardo, Raquel Green, Heriberto, Omar…forman un núcleo del cual dependen otros personajes que se tejen en medio de rupturas, separaciones, accidentes, muertes, detenciones policiales. Vuelos en una Cessna con una compañera que trajina con él el transporte de muchas cosas que desconocen. Y que dejan la sospecha en el aire. El tráfico prohibido. Complicidades, amores rotos, descompuestos, recompuestos. La familia. Todo narrado en medio de tensiones que desembocan en un torbellino social, ajustado a lo que es la sociedad mexicana, que no se diferencia mucho del resto de nuestros países latinoamericanos.
Cancún, Ciudad México son los puntos de roce o lejanía entre quienes fraguan esta historia, mientras la narradora los mira, los descubre, los desnuda, los viste, les regala un acento, un tono, equilibrios y desequilibrios. Una mirada desde el cielo y el tiempo que transcurre en un calendario que se convierte en capítulos, en patologías, hijos que no son y otros que son descubiertos como tales. Y así el tejido atrapa en su trama a quien al final entiende que el último vuelo es el cierre de todas la experiencia, fracasos, éxitos, errores y aciertos que una pequeña sociedad se revela en la novela, en esta ópera prima de Mariel Turrent Eggleton.
Un último vuelo, el de dos hombres ya ancianos. Una caída que no fue. Un aterrizaje forzoso en una carretera. Y las carcajadas alocadas, felices, de esos pilotos quienes estuvieron a punto de sellar un viaje mortal, el último, el que pudo ser el del cierre.
Quedarse en tierra mientras el cielo exista.
En los lectores la novela continúa su viaje.
(**Hasta el último vuelo, Malix Editores, México, 2018**)