RADIOGRAFÍAS
KANDAHAR ¿La historia se repite?
NORMA SALAZAR
El mundo de Occidente se encuentra bajo la mira internacional. Una de las causales es el referente al entorno de las mujeres afganas donde exigen ser valoradas y reconocidas, una prenda textil ha sido un fuerte símbolo, el yugo para ellas la burka. Esta prenda de uso normal en Afganistán forma parte entre el ámbito cultural de este país que ha provocado una serie de riñes y suposiciones a manera general. Además posee una singularidad conveniente para que ocurra una creación iconográfica desemejante y cuantiosa introducida en muestras de arte, fotografía, grafiti e incluso del cómic ha transformado múltiples campañas de sensibilidad y apoyo.
El contexto de las mujeres afganas merece un profundo estudio desde la constitución del país Afgano, una región que no se conoce, o se conoce mal desde la mirada del Occidente. Afganistán tiene un lugar geográfico que ha sobrevivido numerosos embates muy complejos; al oeste el dominio persa del actual Irán, al sur las relaciones con pueblos musulmanes al norte tras el Indu Kush están ligadas con pueblos de las ex-repúblicas soviéticas. Un mosaico de tribus y etnias hace de esta nación un territorio geopolítico ha estado presente las dos ramas fundamentales del Islam: sunismo y chiísmo una coexistencia beligerante de dominio con una gran diferencia entre hombres y mujeres afganas. El Islam llegó a Afganistán durante el siglo VII se hizo presente el domino árabe poco más de 200 años es la religión mayoritaria, hoy podemos afirmar que instituye el único componente de unidad nacional.
Con este breve preámbulo nos concentraremos para analizar sin disimulos una obra del séptimo arte de uno los más relevantes directores, guionistas, escritor, productor y activista como es el iraní Mohsen Makhmalbaf con su película magnifica Kandahar (2001), única de las 3 películas crudamente filmadas durante el periodo talibán da pauta y sella una obra referente a la labor de sus hijas. Concentran el derecho del trabajo activo entre mujeres de la sociedad afgana. El mensaje de Makhmalbaf es muy firme centrándolo en la denuncia quitar la máscara del horror a flor de piel de la población más desamparada de la tierra, para ello no inquirirá en los motivos sino en los orígenes de la miseria antepuestas al santiamén que exhibe de forma desnuda las secuelas de un viaje infernal a través de los 34 desiertos afganos.
La narrativa del filme recapitula la travesía de Nafas, una periodista afgana que se traslada hasta Afganistán para lograr llegar a Kandahar, ciudad en donde se localiza su hermana. Ésta le ha hecho llegar una carta en la que le escribe sus dolorosas intenciones de suicidarse en el último eclipse del siglo próximo a cumplirse en tres días-. Nafas esta decida a ser todo lo posible para cruzar la frontera de Afganistán, tiene muy claro sus objetivos; llegar a tiempo a Kandahar antes de que ocurra el eclipse encontrarla y conversar con su hermana, expresarle que hay esperanzas y oportunidades en su vida que existen otros motivos para seguir luchando.
El cine de Makhmalbaf nos conmueve entre los ámbitos de la ficción y el documental, el escritor iraní es un referente en su país, asimismo Irán comparte 800 kilómetros de frontera con Afganistán dando asilo a más de 3 millones de personas refugiadas. Estos sucesos del terrible rompecabezas territorial, económico, social, cultural y religioso han hecho que el director indagué se documente y focalice estos temas piramidales en su filmografía, mostrando a sus protagonistas al mundo exterior, dando voz y presencia a través de sus cintas que ellas y ellos necesitan ser visibilizados/as. Una historia real y cruda de una periodista que revive su pretérito, ella, Niloufar Pazira que radica en el país de Canadá.
Ella un tiempo atrás había acercado al director pidiéndole ayuda para llegar a Kandahar para salvar a una amiga tan cercana, se encontraba desesperada por su pena, había recibido correspondencia de ella informando su decisión de terminar con su vida por las terribles condiciones que vivía en Kandahar. Era tanta su obsesión por ayudar, tras un primer intento malogrado volvería a entrar en Afganistán así ayudarla como fuera, de tal manera, volvió a buscar al director iraní y proponerle que realizará un documental, le solicitó que la acompañara para rodar su travesía número 28. Mohsen Makhmalhbaf no mostró interés no estuvo interés en aquel momento.
Un año más tarde, la suerte cambio para la periodista Pazira comenzaría el rodaje de la película, un drama y protagonizado por ella. Kandahar en formato de road movie y un reparto actoral nada profesional.
Déjeme ser enfática, la película está rodada sin un supuesto catarsis ideológico no pretende ser una antisepsia documental, no existe un discurso, sólo la compañía de la mirada atormentada del director a través de una mujer que ve en qué se ha transformado su país.
Reitero, desde el año 1994 el movimiento talibán se organizó en aquella ciudad, aquí, en este punto conquistó el resto del país a partir de esta región se cristalizó en el centro político de la cúpula afgana más fundamentalista. En esta ciudad los talibanes agrandaron su poderío e ingresaron en todos los reflectores de la presencia política afgana con una voracidad intensa en pocos meses se apropiaron casi la mitad del país. De Kandahar salieron las primeras normas del régimen para las mujeres, fueron obligadas a renunciar de sus trabajos fuera del hogar se cerraron las escuelas femeninas, se decretó la vestimenta que debían llevar tanto mujeres como hombres y se instituyó la reclusión de las mujeres en el hogar. Por obvios motivos racionales nuestro director Mosen Makhmalhbaf optara el titulo de su cinta Kandahar un significado muy simbólico para visualizar la situación del territorio aunado al futuro suicidio de la hermana de Nafas. La reciedumbre de los talibán contra las mujeres se hizo notar de forma inhumana y prematura.
Un espacio permanente e infinito miramos por toda la franja de arena desértica a orilla de la carretera que lleva a Kandahar tiene un carácter itinerante transformándola en una road movie de frontera. Su único objetivo en la mira es Kandahar el destino anhelado de Nafas no es casual que esta ciudad la segunda en relevancia del país convulso, este considerada como un gran bastión afgano de la etnia Pastún.
El eje central de la cinta instituye un ejemplo hábil de la subordinación sobre la mujer, no puede viajar sola, debe simular ser la tercera esposa de un refugiado afgano a su regreso con su familia. La realidad de la protagonista exhibe el rostro de Afganistán muestra a aquellas mujeres nombradas siya sar (mujeres sin nombre, piezas del harén, cabezas negras) Oculta le resulta problemático con su falso marido el viaje, un hombre del cual observamos la religiosidad y conservadurismo como el resto de hombres afganos y le recuerda contundentemente «Tápate la cara, somos gente de honor, fe y religión y los hombres no deben ver el rostro de nuestras mujeres».
Termino ávidos lectores, observamos una ordenanza constante en la película enfatiza la religión, no es más que pura ideología irracional. Nafas, reflexiona sobre la negación de la identidad étnica que toleran las mujeres bajo el burka en un país multicultural.