Sara más amarás, JJ Arreola
Ernesto Adair Zepeda Villarreal
Fb: Ediciones Ave Azul Twitter: @adairzv YT: Ediciones Ave Azul Ig: Adarkir
Dentro de nuestro imaginario colectivo, una de las cosas más maravillosas a las que aspiramos es el amor. Siempre el amor, la pasión, el romance, encontrar al imposible en el mundo, ese otro extremo al finalizar la senda de lo que fue nuestra existencia, la pulcritud del entendimiento y su red para tenderse a esperar la muerte. Pero el amor es extraño, y pocas veces se hacen relatos de la más descriptiva y realista forma, bajo la piel, honesta y críticamente. Sin embargo, hay un libro bastante interesante que cubre con esa ansiada espera de una descripción del amor real, sabrosona. Y más que nada, voyerista y entrometida, ya que tiene más de chisme que de otra cosa; pero todo sea por la academia literaria. Bajo el sello de Joaquín Mortiz, se publicaron las cartas de Juan José Arreola, el maestro del cuento mexicano, que escribió durante varios años para su esposa Sara López, bajo el título del palíndromo que el autor dedicó a la que fuera su mujer: “Sara más amarás”. Esta es una edición póstuma que ejecutaron sus herederos, quienes rescataron de su obstinación por esconderlas del autor, y que se hicieron públicas tras el deceso de ambos personajes centrales. Lo que reúne el libro es un compendio de cartas escritas por Arreola principalmente para la mujer a la que amó.
Sin embargo, lejos de la prosa mágica que habita en los relatos del erudito jalisciense, las cartas para Sara son de lo más ordinarias, simples, y honestas. En ellas, JJ, explica sus motivos, pero también sus miedos, sus dolencias, el pavor al porvenir, y la intranquilidad económica de afrontar a una familia en crecimiento. Esa otra cara del amor, la real, la de la relación que se configura día a día, y en la que se batalla con el quehacer y amueblar de la casa, con las rentas, con la angustia de depender del sistema postal para continuar una conversación con quien más ama, se deja entrever en orden cronológico. Además, algunos apuntes rescatados de las charlas de Sara con sus hijos y nietos terminaron enmarcando algunos grandes sucesos en la vida de ambos. El libro es un compendio de cartas en las que el joven Arreola conquista y pide los favores de su enamorada, y a través de las que nos va relatando el provenir de sus pueblos, el caos de la época y de las aspiraciones de sus familias. Más adelante, vemos al hombre deseoso de noticias de su amada, y finalmente al escritor en proceso de edición de sus más representativas obras tratando de lidiar con sus problemas de salud y la incapacidad de dar una vida digna a esa mujer que estaba edificando su familia en su ausencia.
El otro gran personaje de la trama es Sara, naturalmente, quien, a través de su silencio, y en ocasiones por invocación de su amado, deja ver el carácter sereno y reservado de la mujer, alegre y tierna, leal y calmada. Sara es todo aquello que Juan José buscaba porque es para el lector de sus cartas ese personaje que idealiza al amor, al objeto de lo que más se adora. Sólo su familia puede saber qué tanto de eso hubo en ella, y qué tanto eran aspiraciones del personaje creado por el escritor. Pero para todo caso, es indiferente. Esa Sara, la de las cartas, es una mujer tan real como las misivas que la nombran, y que van acompañando al aprendiz de periodismo hasta su viaje a Francia y el abrupto regreso. Siempre es Sara esa colección de silencios que anuncian una nueva carta, y de las que pide noticias o regalos el propio Arreola. Esa intimidad explica por qué Arreola se obstinaba en esconder las cartas y por qué su esposa las conservaba, ya que cuentan de cómo fueron esos años iniciales, y dónde la fundación del amor yacía en las palabras del joven aspirante a escritor.
La lectura de este libro es maravillosa porque cubre nuestro instinto de conocer intimidades ajenas, y porque muestra al amor como algo que sucede, con sus cosas buenas y malas, y que sobrelleva los chismes, las familias, y muchas veces las carencias. No pocas veces se lee al autor preocupado por pagar una renta digna para poder estar acompañado de su familia, apesadumbrado por las terapias y los miedos, y descifrando entre espacios blancos las contestaciones de esa mujer que lo acompañó el resto de su vida. Esa visión de un amor real puede parecer insulsa o poco romántica, pero ayudan a entender al personaje como una biografía, donde fue su mujer el elemento más importante para inventarse y triunfar. Leer sus cuentos sólo se puede explicar con esa naturalidad del lenguaje que se expuso a la ruralidad mexicana, pero también por la confianza con la que se vio arropado desde la lejanía. Las cartas terminan abruptamente, y es poco posible que nuestro morbo por conocer más detalles de los años que vinieron se den a conocer, pero no hace falta, ya que la lectura que dejan estos registros es que la vida ocurre sin más, y que toda gloria se acompaña de pequeños pesares, de deudas y de distancias.