Editorial

LAUREL Y SU AMIGO PÁJARO – GUILLERMO ALMADA

LAUREL Y SU AMIGO PÁJARO

GUILLERMO ALMADA

 

Nos dirigíamos, con Laurel, a comprar las cervezas, y la tarde estaba hermosa. No corría viento, el sol no molestaba, no hacía frío ni calor, no se movían las hojas de los árboles, no cantaban los pájaros, no volaba una mosca, algo no andaba bien y yo me acababa de dar cuenta. Laurel me tomó fuerte la mano y me dijo, casi susurrando, no me sueltes, y entornó los ojos como quien comienza una clase de meditación. En verdad n o sabía qué hacer, todo se había detenido, no había nadie en las calles, y eso era verdaderamente extraño. Me hizo recordar el encuentro con la mujer de la tormenta, así que comencé a buscarla por todas partes, miraba con atención, hasta que pude verla. Quería acercarme a ella, pero Laurel no me soltaba, estaba a quince centímetros del suelo, había levitado, pero estaba como en trance, o algo así.

La mujer nos miraba, pero no se acercaba, tenía en su mano un elemento similar a un báculo, de repente sentía, en mi cabeza, la voz de esa mujer que me sonaba profunda, como desde una caja de resonancia, diciéndome que no estaba tomando las decisiones correctas, y que tuviera en cuenta las consecuencias, porque involucrarían a todos mis amigos, y que no había un solo paso que yo diera sin que ella lo supiera, porque, no porque no la viera, significaba que ella no estuviera, y sentí como un remolino adentro de mi cabeza, y todo se volvió a su estado normal, incluso Laurel, que me miró y me dijo que esa mujer era muy fuerte y peligrosa, que la evitara. Era más que evidente que no había escuchado lo que me había dicho en esa conexión telepática.

Llegaron todos juntos, Diego, Letizia, Fáthima, y el padre Anselmo, al ver que estaba Laurel, fue una sorpresa desagradable, para ellos. Es que desconfiaban de ella, cosa que a mí no me pasaba. Y para que cambiara esa cara de desagrado, y que hubiera un poco más de confianza, les conté el episodio de la mujer, sin decirles nada del mensaje. Fáthima fue la primera en preguntar si no me había dicho nada, si solo se había presentado y nada más, y Laurel le respondió lo que me había dicho esa mujer. Ahí comprendí que en ese momento ella había fungido de conexión, como si fuese una antena, o un teléfono. Le reproché que no me hubiera dicho lo que estaba sucediendo, y Laurel explicó que esa mujer no habla simplemente porque no pertenece a este plano. Es algo un poco más táctil que un holograma, pero siempre necesita de un contacto para poder comunicarse.

Con esa explicación me di cuenta porqué en el primer encuentro me había tomado del hombro, y ahora había sido a través de Laurel, que me había tomado la mano. Fue Letizia la que dijo que esa mujer se mueve en los dos planos, pero habita solo uno, y el padre Anselmo agregó que, tal vez, cuando viaja a este plano está debilitada. Laurel negó con la cabeza para agregar “no creo que sea así”. Todos la miraron pidiéndole mayores explicaciones.

Cuando ella viaja acá, dijo Laurel, no se siente cómoda, necesita crear un ambiente, un clima, un escenario similar al del otro plano, de otro modo se siente insegura, no es una cuestión de debilidad. Por el contrario, es una mujer muy fuerte, y peligrosa. No es una maga, ni es hechicera, es superior ¿Será una diosa? Preguntó Fáthima. No, no, aclaró Laurel, está intermedio, entre diosa y hechicera. Entonces es una sacerdotisa, aseguró Letizia antes de beberse su vaso de cerveza de un trago.

Hay algo que no entiendo, no me cierra. Una sacerdotisa, que viaja de un plano al otro, que da mensajes, y hace amenazas, está descarriada. Vamos padre, lo interrumpió Laurel, ella allá, usted acá, son lo mismo. Cuidan las culturas del viejo mundo, cunando esto no era América, sino Mayab, o Abya Yala, si lo prefiere ¿Y tú cómo lo sabes? Preguntó el padre Anselmo, severísimo. Soy una maga, padre, respondió Laurel, y estoy buscando a mi madre, que es muy posible que esté en ese plano ¿Tu madre es hechicera? Preguntó, curiosa, Fáthima. Sí, respondió la maga, como tu madre. No, mi madre es sacerdotisa, yo soy la hechicera.

Laurel la miró extrañada ¿y por qué no has cruzado? Le preguntó. Porque no se puede ir allá a buscar a alguien y nada más, respondió Fáthima, provocarías un caos terrible entre la materia y la antimateria, por eso necesitamos a los hombres pájaro, porque ellos tienen el dominio de los cinco elementos, el aire, al agua, el fuego, la tierra y el éter. Ellos saben cómo hacer para moverse a través del plasma. En realidad, todo está en el libro, agregó el padre Anselmo, pero está escrito en una lengua muy antigua, que ellos saben interpretar. Yo conozco a un hombre pájaro, dijo Laurel, es un amigo ¿Vive acá? Preguntó Fáthima, extrañada ¡No! Aseveró la maga, es de Quilino, Córdoba, pero si lo llamo tal vez quiera venir a ayudar, él es muy bueno, y siempre está muy solo.

El silencio fue lo que cundió en ese momento en la casa, y nos miramos, buscando una respuesta, tal vez un consenso. Tampoco era que teníamos un mundo de alternativas. Acortábamos un montón de camino si el amigo pájaro de Laurel aceptaba volar hasta Mérida a ayudarnos, así que la respuesta fue positiva, y luego nos dedicamos a disfrutar de la cena y las cervezas.

To Top