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Haitianos llegan a CDMX en busca de refugio; albergues están saturados

Carlos Jethro es haitiano, tiene 31 años y lleva dos días en la Ciudad de México. Dice que no sabe dónde va a pasar la noche. Son las 11 de la mañana frente a las oficinas de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar) y junto a él hay decenas de compatriotas que buscan regularizar su situación. La mayoría de ellos pasó un tiempo en Tapachula, Chiapas, hasta que harto de la falta de expectativas siguió su camino hacia el norte. Aunque el primer objetivo era EU, las terribles imágenes de agresiones a caballo en la frontera y las deportaciones iniciadas por el gobierno de Joe Biden les han hecho cambiar de idea. “Yo quiero un país en el que poder estar legal y tener estabilidad económica. Si saco mis papeles en México, será en México. Todo lo que está pasando en EU, todo ese maltrato, ya no tengo el mismo sentimiento para irme a EU”, dice.

De un día para otro, la oficina de Comar en la Ciudad de México multiplicó por seis su afluencia. Habitualmente reciben unas 40 personas de distintas nacionalidades, pero el miércoles fueron 240, en su mayoría haitianos. Esto no solo ocurrió en la capital. Según explica Andrés Ramírez, coordinador de Comar, todas sus oficinas, salvo la ubicada en Tenosique, Tabasco, recibieron un incremento en el número de solicitudes. “La gran mayoría viene directamente de Tapachula. Muchos tenían cita previa, aunque no habían iniciado su proceso de asilo, y muchos no son refugiados ni quieren serlo”, resume Ramírez.

“Tenía mi cita el 8 de septiembre en Tapachula, pero siempre me la posponían”, explica. Sin trabajo, viviendo de la caridad de una mexicana que se apiadó de su familia, no tenía otra alternativa que seguir al norte. Hay un hecho indiscutible. Los mismos que hace un mes estaban atrapados en Tapachula y eran incapaces de abandonar Chiapas porque los detenían y los deportaban, ahora han logrado seguir su camino. Cuenta Jethro que su familia logró avanzar como siempre se hizo: subiéndose al bus y bajando antes de los retenes, que los rodeaban caminando. Si algún policía llegaba antes de que lograsen abandonar el vehículo, siempre quedó el recurso del soborno. Así funcionó siempre en México la ruta migratoria.

Dos albergues en la CDMX

Han pasado dos semanas desde que los primeros haitianos lograron romper el cerco y llegar hasta la frontera con EU. Ciudad Acuña, Coahuila, es el destino de la mayoría. Allí se han visto escenas terribles, con policías a caballo persiguiendo a los migrantes. El gobierno de Joe Biden inició una nueva estrategia: deportar a los hombres solteros a Haití y tratar de empujar al resto hacia México, para que sea López Obrador quien se encargue del trabajo. Ya se han detectado vuelos desde el norte con destino a Villahermosa, Tabasco. Esto ha provocado que muchos haitianos prefieran aguardar en la Ciudad de México o en otros lugares hasta que se calme la situación en la frontera. La llegada de decenas de personas en los últimos días ha colapsado los albergues en la capital.

“Estamos con el doble de la población que teníamos. Tenemos 30 camas, pero ahora hay 50 y mañana pueden llegar otros 25. Hemos decidido acoger a 75, pero no hay condiciones, estamos totalmente rebasados”, dice Gabriela Hernández, del albergue Casa Tochán. Ellos y Cafemín son los únicos centros de acogida de migrantes que funcionan en la Ciudad de México. Y están completamente rebasados. El Café La Resistencia, ubicado en la calle Cuba, también abrió sus puertas para recibir haitianos. “Nos alarma que el gobierno de la Ciudad de México no haya preparado un albergue como cuando vino la caravana”, dice Hernández.

No se sabe si en los próximos días la cifra de recién llegados se puede multiplicar. En Tapachula aunque ha descendido el número de migrantes, cada día reciben nuevas incorporaciones. Y habrá que ver qué ocurre con quienes permanecen acampados entre Acuña, Coahuila, y Del Río, Texas. La visita del comisionado del INM, Francisco Garduño, hace pensar que el gobierno de López Obrador está dispuesto a mover ficha. Un mes antes, el propio Garduño fue el encargado de coordinar los operativos más duros contra migrantes en Chiapas. Ahora el gobierno baraja varias opciones, según una fuente oficial que habló a condición de anonimato: por un lado, las deportaciones, que disfraza de “retornos asistidos”. Por otro, negociar con Chile y Brasil (son los países desde los que llegan la mayoría de los haitianos). Por último, una idea que Garduño trató de impulsar hace semanas sin demasiado éxito: encerrar a la población haitiana en unos campamentos en Chiapas.

Ninguna de estas opciones sirve para Carlos Jethro. Él quiere trabajar y lleva un largo camino a sus espaldas. Cuenta que dejó Haití poco después del devastador terremoto de 2010 en el que más de 200 mil personas perdieron la vida. Viajó a Venezuela, donde entonces gobernaba Hugo Chávez y desarrolló un programa de becas para estudiantes como él. Dice que los primeros años no se vivía mal, pero que luego todo se vino abajo. Allí, en Valencia, estado de Carabobo, conoció a su esposa, con la que tiene un hijo. El pequeño, de 10 meses, es ecuatoriano. Nació en el país andino cuando sus padres ya andaban con la maleta a cuestas y su vida se ha desarrollado en movimiento: Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y, por último, México. Regresar a Haití para él no es una opción.

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