Mariel Turrent
Padecimientos literarios y otras afecciones
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Cuando los escritores mentimos
Cuando era pequeña tenía una amiga Cocs y otra Raly. Mi madre no podía verlas así que seguramente con ellas empecé a escribir en mi cabeza mis primeras historias. El hermano de mi padre es escritor, de esos escritores que sus familiares se asustan un poco de lo que escriben. Yo no había leído nada de él cuando se me ocurrió que yo podía ser también escritora. Sus escritos no eran para niños, pero creí que eso de inventar mundos y atraparlos en el papel era casi mágico.
Nunca fui muy buena en la escuela, tenía mala ortografía, así que mis primeros cuentos los escribía mi amiga Paty y yo le dictaba. Luego ella ya no me pudo ayudar, así que tuve que escribirlas yo. Como llevo haciéndolo ya muchos años, pues he ido mejorando. He participado en muchos talleres de escritura creativa, he tenido muchos maestros y hasta me gané uno que otro premio, uno de estos por un poema que dice que los poetas somos mentirosos. No sé si todos lo sean, pero yo sí. Cuando escribo soy muy mentirosa. Pero hay algo en lo que casi no miento: en mis reflexiones. Cuando mis personajes se ponen a pensar, casi siempre dicen la verdad, mi verdad. Eso es lo que más me gusta de las historias, cuando el autor aprovecha a sus personajes para hablar de cosas serias, que de verdad le inquietan, cuando se saca de adentro algo que le anda dando lata. Eso he aprendido también en los talleres de escritura, los textos que realmente valen la pena son aquellos en los que el autor, deja parte de sí mismo, aunque lo esconda en una historia falsa.
