Editorial

Los años perdidos para el crecimiento

Por: Enrique Quintana

Si las previsiones del Banco de México resultan correctas, la economía terminará la primera mitad del sexenio con un nivel 3.4 por ciento inferior al que teníamos al comenzar esta administración.

En el último informe trimestral emitido por el Banco de México teniendo como gobernador a Alejandro Díaz de León, se revisó a la baja la perspectiva de este año.

El Banco Central redujo en ocho décimas porcentuales su estimación para el cierre de este año.

¿Qué fue lo que vio el Banco de México que lo llevó a hacer un ajuste tan drástico?

En primer lugar, el resultado del tercer trimestre, en el cual la economía retrocedió en 0.4 por ciento respecto al segundo trimestre. Y a tasa anual, el crecimiento resultó en 4.7 por ciento.

De esta manera en los tres primeros trimestres de este año el promedio del crecimiento del Producto Interno Bruto fue de 6.1 por ciento.

Así que, para que el promedio resulte de 5.4 por ciento para todo el año, debemos esperar que ese ritmo de crecimiento baje a 3.3 por ciento, a tasa anual, durante el último trimestre de este año.

Las causas del ajuste derivan de los problemas de suministro a nivel global, que han afectado a la industria.

Tenemos ya el resultado de las exportaciones manufactureras de octubre, las cuales se redujeron 4.0 por ciento. En particular, las del sector del automóvil cayeron 21.8 por ciento. Se trata del ramo de la industria más afectado por esta problemática.

Ayer, además, se dieron a conocer los datos de las ventas de autos en México durante noviembre, y la caída a tasa anual fue de 13.5 por ciento, lo que parece indicar que en la última parte del año continuaremos con esta tendencia negativa.

Además, en el mercado interno el efecto del cambio de reglas en el outsourcing provocó una caída de 0.9 por ciento en el sector terciario de la economía durante el tercer trimestre.

No hay certeza de que en el último trimestre del año se recupere lo perdido.

Y todavía falta verificar si la presencia de la nueva variante del COVID, así como la llamada cuarta ola, no generan algún impacto en otros giros, como en el turismo.

El Banco de México considera que la economía crecerá 3.2 por ciento durante el próximo año.

Si consideramos los datos conjuntos de este año y del próximo, tendríamos un incremento del PIB de 8.6 por ciento en caso de que se cumpliera la expectativa del Banco Central.

Esto significa que la pérdida de los dos primeros años de esta administración aún no se habría compensado con en el crecimiento de los siguientes dos, pues terminaríamos en 2022 con un nivel del PIB 0.5 por ciento por debajo de lo registrado en 2018.

Considerando el escenario previsto por la SHCP, en 2023 y 2024, la economía crecería en 3.4 y 2.8 por ciento, respectivamente.

Bajo esa premisa, terminaríamos el sexenio con un PIB 5.8 por ciento superior al de 2018, es decir, con una tasa promedio anual de 0.9 por ciento, y por tanto, con un PIB por habitante inferior al de seis años atrás.

Hace tiempo que el presidente López Obrador ya no insiste en la generación de una métrica diferente a la del PIB, calculando algo que él llamó el bienestar.

Pero no dudo que en el futuro vuelva a plantearlo, porque si se mide el desempeño económico en función del PIB, como ocurre prácticamente en todo el mundo, tendríamos el peor resultado sexenal desde el periodo de Miguel de la Madrid.

 

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