Editorial

Mariel Turrent – Padecimientos literarios y otras afecciones

Mariel Turrent

Padecimientos literarios y otras afecciones


 

La literatura y las ovejas negras (primera parte)

 

Hace poco me invitaron a participar en un proyecto para incentivar a los jóvenes a leer y a escribir. Entusiasmada llamé a un amigo escritor para contarle y pedirle que colaborara conmigo en el proyecto. Cuál sería mi sorpresa que se negó tajantemente. “No estoy muy seguro de que la literatura les ayude”.

Me dejó fría. “Les ayude a qué”, pensé. ¿A qué puede no ayudar o ayudar la literatura?

                  Jorge Luis Borges, escribió: “Somos los libros que nos han hecho mejores”. Debo empezar por decir que viniendo de este genio de la literatura es importante tomarlo en cuenta, sin embargo, mi amigo también tiene sus motivos para pensar lo contrario, la cultura no siempre es positiva: un excelente artista puede ser una mala persona. Recientemente vi la película La isla de Bergman en esta, una pareja de cineastas en busca de inspiración va a pasar una temporada a la Isla de Fårö, donde vivió el cineasta sueco Ingmar Bergman. Durante su visita, la mujer, que admira el trabajo de Bergman, sufre una decepción al saber que como ser humano era un pésimo padre, que tuvo nueve hijos seis diferentes mujeres, y que, prácticamente, nunca convivió con ellos. Y es que el arte no tiene nada que ver con la conducta moral, ni siquiera con acatar leyes o seguir códigos de conducta. El arte trabaja en función de la estética, que estudia la belleza (cosa bastante subjetiva y que difiere de forma abismal entre los individuos, las generaciones y las culturas) y los fundamentos filosóficos del esta. Los comandantes nazis, responsables de tantos asesinatos en los campos de concentración, eran personas educadas que amaban la música clásica y leían a los grandes poetas. Otra anécdota sobre este tema es la que se cuenta del director de orquesta Arthur Honegger quien al formar una orquesta en una cárcel seleccionó a los integrantes basándose en su sensibilidad y se llevó una sorpresa cuando supo que todos los elegidos eran asesinos.

Los grandes representantes de la literatura no son tan diferentes, muchos han pasado por la cárcel, han sido criminales, políticos corruptos, alcohólicos, pederastas, traidores, usureros, fanáticos fascistas o simplemente malos esposos y pésimos padres, como Bergman. Y es que al parecer las perturbaciones psicológicas favorecen la creatividad, la forma de ver al mundo de diferente forma, de darnos otro enfoque. De estos seres humanos que de alguna forma han sufrido surge la necesidad de crear mundos diferentes, paralelos o de expresar su propia visión, pues es ahí precisamente, en el arte, donde el novelista y el poeta pueden crear un mundo coherente o contar lo más aterrador de una forma estéticamente hermosa. Los creadores son libres, dioses de su propio universo. En este espacio pueden decidir a voluntad, sin que nadie más intervenga.
“Mis personajes tiemblan cuando me les acerco”, decía Vladimir Nabokov.

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