VIENTO SUR
V
GUILLERMO ALMADA
Todas mis palabras se fueron con Amanda.
Ella se llevó, de a una en vez,
todas las frases que componían mi vocabulario.
Desde entonces permanezco
en este incorruptible silencio indefinido.
Comenzó llevándose un ¡Te amo!
Luego un ¡No me dejes!
Después fue un ¡Te prometo que cambio!
Y así, de a dos, de a tres, de a cuatro
me sumió en un mutismo inesperado.
Un día, después que se fue, quise decir AMOR y no pude,
probé entonces con TE QUIERO y fue lo mismo.
Es un estado de shock, dijo el doctor,
va a pasar solo, de un momento a otro.
Desde ese día guardo la esperanza,
a veces entre los recuerdos,
o debajo de la almohada para que se mezcle con mis sueños,
pero es en vano, nada hace efecto,
así que, en consecuencia
practico construirme un paraíso de silencios
con profundas miradas y caricias
y con largos brazos que se estiran
como sombra en la tarde.
Y a veces practico con mi sombra
Cómo se dice comenzar de nuevo.