Editorial

Crónicas del Olvido – “EL ÚLTIMO FANTASMA”, DE EDUARDO LIENDO

Crónicas del Olvido

“EL ÚLTIMO FANTASMA”, DE EDUARDO LIENDO

Alberto Hernández

“Esta madrugada, mientras cavilaba con la cabeza en la almohada, un fantasma pasó como un relámpago por mi imaginación” (pág. 11). Así comienza Eduardo Liendo su novela “El último fantasma” (Alfaguara, Caracas, 2008). Y, en efecto, una sombra que luego se hace cuerpo ante los ojos del narrador habita el apartamento mientras la esposa, Fabiola, está de viaje por Florencia.

Este juego de Liendo, en el que seguramente ataja una sonrisa para desmarcarse de un pasado que hoy no tiene sentido en la figura de, entre otros, Vladimir Ilich Lenin, pero que intenta retornar con los mismos duendes que pregonan los viejos manuales soviéticos, hace que el lector de estas horas menguadas tenga una idea del tratamiento hacia quien tiene que irse de la realidad, morirse de una vez por todas y dejar en paz el mundo.

Se trata de una novela fascinante, en la que la ironía y la imaginación son también personajes. Liendo se vale de un sujeto que disfruta la soledad y se hace acompañar, de manera fortuita, por un ectoplasma que toma, casi por asalto, su casa de habitación. Bebe, come y duerme. Es Lenin. No es el cadáver del tipo que está en el Museo del Kremlin. Es el mismo tipo calvo, de mandíbula pronunciada.

“El fantasma se sobaba la barbita mientras me escuchaba con atención y casi sin interrumpir mi perorata, que se hacía algo compulsiva por el trago y la remembranza, después me interrogó sobre un punto:

¿Cuál fue la Gran Guerra Patria? ¿La misma?

Se produjo algunos años después de la guerra civil y el cerco capitalista que usted conoció…”

Entre vodka y vodka el fantasma de Lenin entró en confianza con Felisberto. Pasadas casi doscientas páginas, finalmente la imagen flotante de Lenin, luego de muchas peripecias hogareñas, abandonó el apartamento. En eso regresó de su viaje Fabiola.

El pobre personaje enteró a su mujer de la extraña experiencia con Lenin y se lamentó de que no haya sido el fantasma de María Félix.

Hoy, ese último fantasma recorre el mundo de nuestros propios demonios y no encontramos qué hacer con él. Desde Moscú, quien calienta la silla presidencial de un país tropical azotado por el miedo a las sombras, las colas, la escasez y el calor, se luce con gorrita cubana, avión cubano y traductor simultáneo. Este fantasma no es el último para algunos que aún no se no se han enterado de que hay un tipo en una urna de cristal, seco como un desierto.

La realidad suele ser un verdadero sofoco.

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