¿POR QUÉ ESCRIBO RELATOS BREVES?
Alberto Hernández
Todo comenzó con un relámpago en pleno corazón del Llano. Ese mismo fenómeno ocurrió años después frente a una ventana, en la terraza de un viejo edificio madrileño. El mismo relámpago me atajó el asombro y se convirtió en un poema y luego en un cuento de pocas palabras.
El infarto quedó suspendido en el aire, postergado a la octava década de mi existencia.
La lectura me condujo a conocer a René Char, quien me regaló, para justificar esta declaración, el siguiente mensaje celestial: “El único dios que puede ser propicio a los poetas es el Relámpago, que algunas veces nos ilumina y otra nos parte”.
Yo traduciría: nos fulmina, como generalmente ocurre.
Y como todo comienzo tiene también una sombra al final del camino, quedó el recuerdo del relámpago a la orilla de muchas inflexiones. Y quedó la poesía, mi compañera de ruta. Luego vinieron los cuentos, los truenos, el susto convertido en una luz lejana, cerca del infinito.
Por eso escribo cuentos breves, cortos. Y hasta cortísimos.
Más de una vez me ha fulminado un relámpago en poesía. En narrativa, me cuestiona.
Luego está la pereza, abrazada a un árbol, pero esa es otra historia.
Una muestra para mis estimados lectores:
APUNTES PARA HACER Y DESHACER EL AMOR
A.H.-
“…si yo hubiera tenido tetas/ serían/ como las tuyas…”
**José Watanabe**
“Mi útero/ debió ser como un globo furtivo/ lleno de novios y nonatos”
**J.W.**
1.-
Ella siempre pasa y la miro. Sabe que me gusta. Sabe que el corazón se me agita cuando la veo. Pero nada, puro amagos. Ella pasa y sólo me tuerce los ojos. Muy seria, pero yo sé que en lo más hondo algo le palpita por mí, en el estómago. O un poco más abajo.
Ahora la veo cruzar la calle y desaparecer. Mueve el cuerpo con una gracia, muy venezolana. Muy de señorita vacaciones, muy de concurso. No será extraño que termine empatada con un loco, con un tipo que la convertirá en pera de boxeo. Hará rounds de sombra con ella. Y a ella, seguramente, le gustará. O llegará a odiarlo hasta la muerte. Pero sólo lo imagino. En todo caso, no pierdo las esperanzas de convertirla en mi princesa, aunque le duela a quienes no creen en la monarquía.
2.-
Angustias se hizo las lolas y ahora pasa con lolas nuevas frente a todos, luciéndose. Las que somos escasas de tetas la vemos con envidia. Ni siquiera el relleno que le ponemos a los sostenes nos ayuda a disimular nuestra pobreza de pechos. Las lolas de Angustias son unas verdaderas lolas. Unas bellas tetas, unas soberanas pechugas. Un par de puntos de vista, como decía alguien por allá, cuando éramos chamas y no nos fijábamos en eso. Ahora que hemos crecido no nos crecieron las susodichas. Unos botoncitos, aunque Moncho dice que a él le gustan así porque se parecen a las tetillas de él. “No hay competencia, mi amor”, dice el muy desgraciado. Pero bueno, entre gustos y colores me quedo con Moncho y los suyos, los gustos, digo.
3.-
Anoche soñé, doctor, que paría un niño de cuatro kilos. ¿Tiene eso que ver con mi complejo de Edipo? Soñé, doctor, que tenía un útero poderoso, preparado biológicamente para albergar niños de todos los pesos y estaturas. Una matriz elástica, como de plástico, doctor. ¿Eso quiere decir que estoy enferma, que mi complejo cada día está peor?
-No, Cipriano, eso significa que quieres parir y no puedes. Quédate tranquilo y trata de disfrutarlo.
4.-
En medio de la noche, cuando el temor se apodera del clima, aparece un poema. Quien lo pronuncia ha olvidado nombres y apellidos (no los del poeta, que tampoco recuerda, los de él) y se concentra en ella, en una mujer que pasa como lo hizo en los versos de Valera Mora.
En medio de la noche se hace el loco y camina hacia la casa, hacia la casa de ella, porque desde ese instante ha perdido la propia. La mujer lo hace entrar: se despoja de los lentes, de la blusa y del pantalón. “¿A qué jugamos?”, inquiere ella. Entonces, no encuentra qué hacer quien ha sido engañado por una ilusión.
5.-
A varias décadas de “Rayuela”, la Maga aún ama a Oliveira, aunque éste no quiera cambiarle los pañales a Rocamadour. Mientras tanto, Gregorovius le ronca en la cueva y una erección ingrata lo envía a la calle. En las novelas, el amor muchas veces se confunde con el próximo capítulo, cuando el deseo se convierte en literatura.
6.-
“Cuando el ojo del relámpago ciegue en ti, y el mundo se oscurezca, y la carne merme, con los pulsos enfermos, cuando la angustia caiga sobre ti, espera. Espera. Pasará. Se irá. Es la Noche”, escribió Samuel Feijoo.
La noche siempre aguanta un mal momento. Hay otros ratos en los que los cuerpos se juntan y arremeten contra la soledad. Gana, esperaron y llegaron juntos al cielo, al instante matemático de un orgasmo. Y así la vida, una espera perfecta, merecida.
El ojo del relámpago siempre mira de frente.
7.-
Un apunte desvanecido, borroso. Un libro cerrado. Un ojo abierto. Una mujer desnuda. Un cuerpo amoroso, abandonado bajo la lumbre de una vela. La imagen podría ser bella si no fuera porque la mujer ha despertado con el día: el hombre duerme sentado, encorvado, en una silla mientras la vela agota las páginas del libro. El incendio no se hizo esperar.
8.-
“Soy un macho en el espejo que me mira. Pero te juro, mi amor, no aguanto las ganas de hacerme las lolas”.
9.-
-No me había equivocado en el sueño. Hice el amor con Beyoncé. De eso no cabe la menor duda. ¿Quién puede decirme que no pasó, que todo fue falso? Todavía conservo su perfume. Aún tengo en mis manos sus sostenes, en mi boca el sabor de su lengua.
-Bueno, hermano, soñar no cuesta nada.
-No, cuñado, sí cuesta. Es tan caro que creo que aún me ama. Y eso me preocupa.
10.-
Él y Ella:
-Tú me yeguas.
-Yo te caballo.
11.-
-No tenía de dónde escoger. Eres tú o Nadie. Por esa razón hui con Nadie. Al menos cuando terminé con Nadie me ofreció una alternativa: volver contigo.
12.-
-Escríbeme un cuento cortico, lo más corto posible.
-¿Para qué, para que no lo leas?
13.-
Una vez más, Gregorio Samsa amaneció convertido en un escarabajo. Y todo por no poder atarse los zapatos. ¿O será al revés? En todo caso, desde ese día no los usó más. Bueno, la torpeza también existe en algunos animales que intentan explicar la inmortalidad del cangrejo en lugar dela mortalidad de Gregorio Samsa, quien al morir donó sus viejos calzados a su padre, quien había perdido las pierna en un bombardeo.
14.-
La ficción a veces puede ser escandalosa, pero cuando el relato es corto duele menos.
15.-
Cuando te hiciste las nalgas no hubo silla que soportara tu vanidad.
16.-
El Kamasutra es una receta de cocina, sólo que los amantes no saben sazonar.
17.-
La mujer sabía que el dragón era impotente, pero aun así se dejó quemar.
18.-
Entonces ella dijo:
-Si encuentras mi nombre en ese libro, me entrego a ti.
Entonces él respondió:
-Si logro dar contigo, te borro del libro.
Entonces ella se le entregó en cuerpo y alma.
19.-
Soy todos los personajes, menos yo.
20.-
Cuando desperté, ya yo no estaba aquí.