Mariel Turrent
Padecimientos literarios y otras afecciones
Intestado
Mira, viejo, lo que me trajo Laurita, dice que lo guarde, que está llegando la policía y seguro nos van a interrogar, pero que no mencionemos esto. Dice que lo dejó Pedro para pagar las rentas que nos debía, que a ella le dejó otro poco para ayudarle con el tratamiento de Rosita. Ya sé, ya sé, Laurita es rechismosa, pero ni modo de no creerle, si aquí está el dinero. Me contó que vino el veterinario y le dijo a Pedro que para curar al Sansón se necesitaban más de cien mil pesos y que, si no los tenía, era mejor dormirlo, evitar que el animal siguiera sufriendo. Laurita estaba ahí con él y vio cuando le dejó la inyección y le explicó cómo se la tenía que poner, pero Pedro dijo que conseguiría el dinero y, luego luego, jaló pal casino. Ya sabes, el vicio.
Dice Laurita que el Sansón se retorcía bien gacho y que, como no regresaba Pedro, ella estuvo a punto de inyectarlo, pero de pronto el perro dejó de moverse y de aullar, y vio entrar a Pedro y mejor se fue para su casa. Y ya ves que es rechismosa, pues dice que clarito escuchaba desde ahí los lamentos de Pedro, pero luego ya no escuchó nada y se preocupó, y cuando fue a buscarlo ya se lo encontró muerto. Que él solito debió inyectarse el medicamento.
Lo que no me dijo es en qué momento le dio el dinero. Pero bueno, guárdalo bien, viejo. Y a la policía, mejor le decimos que nosotros no sabemos nada.