Crónicas del Olvido
“LA GESTA DEL MARRANO”, DE MARCOS AGUINIS
Alberto Hernández
En dos ocasiones he leído “La gesta del marrano” (Editorial Planeta, Narrativa Actual, Argentina 1991) del prolífico novelista Marcos Aguinis (Córdoba, 1935). Y ese par de oportunidades me han brindado una lectura angustiosa y angustiante. Porque el autor narra desde el dolor de sus personajes, tan vívidamente que los torturados somos los lectores, congraciados con quienes sufrieron por sus convicciones.
Esta es una novela de un terror que aún es parte de las horas de hoy. Es la historia de la persecución, pasión y muerte de los judíos en el cono sur de América. En Argentina, Chile y Perú. Es la novela de una historia poco conocida por nosotros: la presencia de la Inquisición en nuestro continente.
Y es la historia de una Iglesia criminal, de un virreinato en el que los judíos eran torturados, confiscados sus bienes, encarcelados, vestidos con un sambenito que los terminaba de humillar en las calles. Es el relato de un terrorismo de Estado aplicado desde el poder de la Iglesia Católica, desde aquella iglesia que traicionó las más elementales enseñanzas cristianas. Es la narrativa de un poder enemigo del Antiguo Testamento, de la Ley de Moisés, la practicada por los judíos, quienes no creen que Jesús haya sido el Mesías, porque éste aún no ha llegado. Es la iglesia llena de odio, practicante de la corrupción más terrible. La iglesia confabulada para engañar inclusive a los poderes políticos de la monarquía, aunque ésta, la monarquía, a veces se dejaba engañar y hasta poner la nuca en el cepo de la iglesia.
Poco se sabe de las prácticas de la Inquisición en América. Marcos Aguinis escribe una novela monumental en dos tiempos. Escribe la vida y la muerte de Francisco Maldonado da Silva, un médico hijo del médico portugués Diego Núñez da Silva, creyente judío quien terminó humillado en una ergástula, torturado y luego vestido de maldito en un hospital ante la mirada de quienes lo rechazaban por su fe.
En dos tiempos porque cuenta en movediza habilidad la historia de la familia, en ruptura espacial, la de Francisco, quien en el primero es un niño y adolescente y en el segundo un prisionero de la Inquisición.
Francisco, de nueve años, ve cómo se llevan al padre encadenado. Lo pierde de vista por muchos años. Su hermano Diego también fue encarcelado. Sus dos hermanas encerradas en un convento. Su madre, muere de tristeza.
Mientras crece practica la fe católica. Y cuando decide irse a estudiar medicina a la Universidad de San Marcos en Lima, se encuentra con su padre hecho un guiñapo, destruido, envejecido, odiado por haber delatado a sus compañeros de fe judía. El viejo logra convencer a Francisco y éste comienza a conocer el judaísmo desde las enseñanzas del padre. Desde ese conocimiento, su vida quedó marcada.
Un día se topa con su hermano, quien lo odia. No lo ve más.
2.-
En 534 páginas el novelista gaucho nos sumerge en una novela que nos engulle. No la dejamos hasta que el cuerpo flaco y débil de Francisco se consume en la hoguera. Sentimos el ardor del cuerpo del médico judío, quien nunca renegó de su fe, quien nunca delató, quien nunca se dejó vencer por los inquisidores, unos curas terribles, llenos de rencor, de miedo a la inteligencia de un hombre que durante casi una década estuvo encerrado en un hueco, en una cárcel, en una suerte de tumba donde pensó, estudió, oró, casi murió producto de haberse sometido a una huelga de hambre, al parecer la primera huelga de hambre más larga de la historia: 80 días de ayuno que suspendió, no porque la Inquisición se lo pidiera, sino para hacer contacto con un numeroso grupo de judíos que cayó víctima de bocones y que terminarían ajusticiados como él. Entonces, en medio de su fragilidad, logró burlar su encierro y contrarrestar informaciones que de no haberlo hecho habrían provocado una masacre peor contra el pueblo de Israel en Perú.
Durante años Francisco Maldonado logró desestabilizar la arrogancia de sus verdugos. Convocaba reuniones con el Santo Oficio para descalificar sus opiniones y de esa manera, más que retardar, descalificar, la ejecución o Auto de Fe que se hacía en las calles como un espectáculo circense.
De esta obra se pueden escribir muchas cosas. Podría afirmarse que es el antecedente del nazi/fascismo, del comunismo como herramienta de persecución, quiebra de valores y confiscación de bienes. La Inquisición ponía un sambenito a los presos y futuros ejecutados por vía de la horca, el garrote vil o la hoguera. Los nazis vestían a los judíos con unos harapos y la estrella de David en el pecho. Igual los numeraban con marcas en la piel.
Un sambenito es una suerte de bata, un saco amarillo que portaba el condenado y el “perdonado” de por vida. Si era médico y había sido enjuiciado y suspendida la pena al abjurar de su fe, practicaba su profesión con el sambenito puesto. Lo cargaba todo el tiempo, hasta que se le caía encima y le daban otro. Así ocurrió en los países dominados por Hitler. Igual lo hizo Stalin. También Mao con el traje que igualaba a todo el mundo, los convertía en masa infame y culpable.
Las expropiaciones a los judíos son el reflejo de las hechas por los comunistas. La Iglesia se posesionaba de los bienes de los “pecadores herejes” y hacía fiestas con ellos. Los comunistas se los reparten entre ellos y hacen ver que los usan para que la comunidad sea feliz. Detalles que se comprueban no sólo a través de documentos sino de testimonios vivos de hoy, en pleno siglo XXI.
3.-
Esta lectura me hace pensar en “La confesión/ en el engranaje del Proceso de Praga”, de Artur London, donde los interrogatorios son tan terribles como las torturas. Son parte de la tortura. Los inquisidores comunistas llevan en la mirada el odio de los inquisidores de aquella anacrónica iglesia católica.
La historia se repite o es continua en la maldad.
Esta novela, que necesita ser leída para poder entender lo que somos como continente, fue escrita en 1991. Y presentada por su autor en la Casa Argentina de Jerusalén en 1992.
Se podrían citar muchos fragmentos de todo lo aquí señalado, pero sería muy larga la jornada.
Francisco Maldonado da Silva fue ejecutado en la hoguera en 1639. El texto de cierre dice:
“El Auto de Fe de 1639 sacude a las comunidades judías de Europa, que hacen circular los informes sobre el martirologio ocurrido en América. En 1650 aparece la famosa obra “Esperanza de Israel” de Menashé ben Israel, que narra el tremebundo suceso y dedica párrafos emotivos al mártir Francisco Maldonado da Silva. En Venecia el doctor Isaac Cardoso publica otro libro que amplía la pavorosa historia y exalta el heroísmo de “Eli Nazareo”. El poeta sefaradí Miguel de Barrios escribe en Amsterdam un poema sobre el heroico americano.
En 1813 es abolido el Santo Oficio de Lima y una multitud saquea el palacio inquisitorial para borrar ominosas pruebas. Dos años más tarde se le reinstala. Pero en 1820, por mandato del último virrey, que da eliminado definitivamente.
En 1822 le es asestada a la Inquisición en América el golpe de gracia más significativo: el Libertador José de San Martín ordena transferir todos sus bienes y propiedades a la Biblioteca de la Nación, porque allí, en los libros, se acumulan las ideas –fueron sus palabras- “luctuosas a los tiranos y valiosas para los amantes de la libertad”.
(La Lectura de esta novela nos sugiere vernos en el presente venezolano. Nos aconseja regresar al pasado para no dejarnos caer en la hoguera de quienes hoy han arruinado un país en nombre de una religión cuyos seguidores creen en un dios tan mortal como cobarde. Nos sugiere hacerle frente al totalitarismo, a la inquisición roja).