IN-SENSIBLE
MELISA COSILIÓN
No puedo llorar
aún cuando las cosas
“salgan del control»,
de mis manos.
Se me caen los planes
encima de la cabeza,
me aplastan.
A veces hasta el golpe rebota
y pega en otras humanidades.
Pero no lloro.
Eso no basta para provocar
que se abran las compuertas
que se sostienen en los ojos
y que desbordan cuando sienten
la desgracia.
No puedo.
Pero,
si a veces recuerdo
un secreto,
un abrazo cómplice,
una frase certera;
o lo que pesan
la ausencia, la muerte…
ya no es suficiente.
Lloro, lloro
como si no hubieran
compuertas,
ni grietas,
ni mañanas.
