Editorial

La rambla del suicidio – NORMA SALAZAR

RADIOGRAFÍAS

La rambla del suicidio

NORMA SALAZAR

La antigüedad del suicidio es verdaderamente asombrosa y, en contexto se desconoce qué tan lejano se remonta. El médico americano George Rosen cavila que es tan vetusto como el hombre mismo. En tiempos de Tadros y Pahor se sabe perpetuamente ha originado una condición faz a él. Saber al dedillo el documento más arcaico desciende de Egipto fue escrito aproximadamente del año 2000 a.C: Disputa entre un desesperado y su alma donde solicita en anhelar la muerte mientras su alma intenta disuadirlo. A una profusa representación de su estado de desesperación, desaliento y yermo sigue la consideración de la muerte como una salida y el hombre la confiere con el alivio, con la fragancia de la mirra, con lo que se exhibe lo más atractivo y querido para un hombre enfermo, solo o abatido. Portentosas señales, el alma influye “put care aside, my comrade and brother, make offering, desire me here and reject the west. . . Lets us make abode together”, palabras para un ser acongojado.

Gilgamesh, rey de Uruk hacia el año 2650 a.C. “Gilgamesh se suicida” revelación por un asiriólogo y paleógrafo italiano Giovanni Pettinato en el 2001, obtiene acceso a 400 tablillas halladas en Irak, una de las cuales “narra la escena en la que el héroe resuelve morir junto a su esposa y sus hijos, a los que acompañan diversos miembros de la corte. Todos ellos entraron en un hipogeo que Gilgamesh mandó construir, y las aguas del Éufrates, desviadas por orden suya, los anegó para que «nadie jamás tuviera noticia del sepulcro»” No es para sorprendernos Gilgamesh no podía nada más morir como un hombre común. En Mesopotamia el mito del ser humano resurge a partir de la mixtura de la sangre de Bel, dios suicida que se decapita, con la tierra, es decir, el hombre es erigido con “Sangre divina y barro mortal” la vida es viable no sólo a partir de la muerte sino del suicidio de un dios y de varios, una idea sorprendente y estará presente de igual manera en alguna traslación de la leyenda del Quinto Sol muy lejana de Mesopotamia y de otro tiempo. Los Dioses cabe subrayar no sólo se mortifican, toleran, sollozan, necesitan auxilio a los humanos y agonizan también se suicidan. En la antigua Grecia sus inaugurales narraciones claras al suicidio las localizamos en Heródoto, Xenofón, Homero, Píndaro, Pausanias, el vocablo suicidio como ya revelamos no surge en estos iniciales anales se enuncia con grafías disímiles como el arma utilizada “se clavó la espada” (Ajax), o “ató un lazo al techo” (Yocasta). Observamos un lenguaje metafórico; Platón habla de “darse la muerte a sí mismo”, “producirse el bien por su mano” concibiendo justo como muerte anhelada, “bajar con gusto al Hades”. Subrayan también dos talantes de la terminología; la forma y la causa.

La condición del suicidio estipulará una catadura significativa entre los héroes y los nobles no se pueden asesinar de cualquier forma y de realizarlo serán una acción para reflexionar indiscutiblemente crispida en cierta clase social. Sucesos fidedignos que tienen un código de protocolo para el suicida y su observancia es uno de las directrices que lo tornan aceptable e incluso bello. El ahorcamiento era visto ordinariamente como una muerte humillante que merecía correctivos. Por eso Eurípides hace que la beldad Helena reflexione con atención la forma de darse muerte, es trascendental morir pero no de cualquier modo, ahorcarse de ningún modo, esta runa perversa aun para un esclavo, morir bajo el hierro le parece sobresaliente y más noble por otro lado, se podía uno suicidar por cualquier motivo. Causales frecuentes en esos tiempos fue la vergüenza el dolor, el honor que pueden estar entrañablemente relacionados entre sí.

Odiseo encuentra a la bella Epicasta en la mitología clásica griega rebosan protagonistas suicidas que en innegables causes son transmutados como secuela de la piedad de algún dios. Biblis, rechazada por su hermano gemelo Cauno se lanza desde lo alto de un peñasco pero es mudada en fuente por las Ninfas. Dionisio no sólo causa la locura de igual forma traslada al suicidio a muchos personajes. Erígone se quita la vida al descubrir el cadáver de su padre asesinado por los atenienses. Dionisio, enamorado de ella cobra su muerte desencadenando una epidemia de suicidios entre las mujeres atenienses.

La medicina antigua también vivió situaciones referente al suicidio, claro, se atañía con el asunto de los humores. Hipócrates explicó la “little minded” naturaleza femenina y la virginidad como las garantes de que las mujeres se ahorcaban en mayor número que los hombres y de que se consideraran fascinadas por la muerte, contexto no del todo desesperado porque tiene una natural rectificación: el médico griego encomendó a las mujeres a quienes arremetían este tipo de funestas tentaciones “to live with a man as soon as possible”

La Iglesia Católica declaró en torno al suicidio con pruebas que no son nuevas, pero con su pujanza ayudaron a la discusión de estos tiempos y aquí es necesario subrayar son las leyes civiles no las religiosas que con su insólita inflexibilidad imprimieron durante siglos el desventurado destino de los suicidas.

Descubrimos trascendentes referencias de las tesis sustentadas por San Agustín en Lactantius, apologeta cristiano del siglo IV cuya obra más significativa es Divinae Institutiones, ubica el suicidio al paraje del asesinato y certifica terminantemente que la venganza de Dios ha de ser más inclemente con estos asesinos de sí debido al hurto cometido por ellos, del lugar que sólo a Él le incumbe. Al lado de las razones concernientes a que el hombre no es dueño de sí, a que se incide en un agravio contra el estado, San Agustín retoma una que se catequiza en el pilar de la doctrina católica en cuanto a la interdicción del suicidio.

El no matarás inscrito en las tablas dadas 2 veces por Dios a Moisés tiene para San Agustín un valor ecuménico, incondicional e incuestionable: no matarás significa no matarás a nadie, incluyéndote –o sobre todo– a ti mismo.

Prosigamos en los siglos XIX y XX surgen una cuantía de documentos referente el suicidio tratados desde el psicoanálisis, la sociología y la medicina que explican hasta clasificarlo como un tema extremadamente delicado. El reconocido estudio de Emile Durkheim de 1897, Le suicide: Étude de sociologie, instituye 3 notarías presencias en el suicidio en cualquier perspectiva se observa en las disciplinas de la literatura y la historia como el suicidio en la tragedia griega. Durkheim en su clasificación hace notar la figura el hecho, como lo refiere en su ejemplo de Minois con Lʾécriture 37 “suicidio egoísta”, “suicidio altruista” y “suicidio anómico”, para Jorge Semprun recitó “Ô mort, vieux capitaine, il est temps, levons l’ancre” para acompañarlo a morir, continuó el estudio de Durkheim y enriqueció con datos, mientras Sigmund. Freud dio la conocida explicación que tenemos referencia: al asesinarse la persona en realidad quiere liquidar a otro –asesinato reprimido Muchos testimonios son causados por una rabia que pareciera gritar: “¡Ya verás!” Lo leemos en la literatura con Ana Karenina. Tiene que resultar en verdad terrible para el padre o la madre, la hija o el hijo, esposa o esposo para los seres queridos y odiados a la vez es efectivamente perdurable con seguridad algo tiene que sucumbir en ellos, algo “es matado” con un suicidio y algo se queda para siempre.

La segunda mitad del siglo XX se comentó de la influencia genética actual en la decisión de suicidarse, se trata, para el maestro Baechler y Douglas es un fenómeno únicamente humano y privado en él intervienen talantes individuales, psicológicos, genéticos y psicológicos pueden estudiarse casos individuales cada caso individual, es un contexto que permite ver contexto del suicidio. Ahora bien cuando el hombre pierde su fe en Dios tiene que determinar la vida en el aquí y ahora, forjar la carga de su existencia. La pérdida de la consecuencia hace el dolor más fuerte. Sin Él “l’homme est seul à sa propre existence” Déjeme enfatizar; la vida concluye con la muerte, la muerte termina con la vida y punto. En aquel momento se exhibe con toda su brusquedad y aspereza al no ser viable aplazar la dicha y el suicidio se muda en una tentación más enérgica que nunca, indomable con mucha continuidad.

Termino ávidos lectores, el suicidio es un fenómeno universal está más presente de todos los tiempos, sin embargo la actitud que se presenta en la sociedad debido a diversas influencias de orden filosófica, ética, religiosa, psicológica, social, política y cultural no está muy claro las causales, lo importante es detectarlo a tiempo seguir examinando con los científicos, especialistas de la salud, el hábitat del ser humano y el término del suicidio.

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