Editorial

Dos Bocas: sin luz, sin gas… sin gasolina – Bárbara Anderson

Este fin de semana, el Presidente visitará nuevamente las instalaciones de la refinería Olmeca en Dos Bocas.

Lo hace a pocos días de la renuncia de Rocío Nahle como secretaria de Energía.

Lo hace después de dos pseudo inauguraciones, pero esta obra icónica de su sexenio no tiene energía.

Y esto es literal.

Expertos y contratistas cercanos a la refinería hicieron una lista de pendientes para que esta planta opere -de verdad- a su capacidad plena y los dos primeros ítems fueron la falta de gas y de electricidad. Suena irónico siendo una obra del sector energético, dirigida casi personalmente por la exsecretaria Nahle y con acceso a todas las decisiones y (ya vimos después de todo el sobrecosto) a los mejores presupuestos del área.

Hoy por hoy la refinería Dos Bocas no cuenta con gas para operar en todo su esplendor. Una instalación de este tipo requiere necesariamente de gas natural para el funcionamiento de todos sus equipos. A este desarrollo se lo alimentará con el gasoducto marino Puerta del Sureste, que conecta Texas con Tuxpan en Veracruz y luego se ramifica hacia Paraíso en Tabasco (Dos Bocas), una extensión bautizada como Cactus, para luego terminar en la península de Yucatán. Se trata de un proyecto de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con la empresa TransCanada. Esta obra ha recibido duras críticas de organizaciones defensoras del medio ambiente por el tipo de gas (metano) que transportará, misma que resulta de explotación vía fracking. Según la página oficial de Puerta del Sureste, estaría terminado este gasoducto para 2024.

Además, hoy la refinería de Dos Bocas tampoco cuenta con toda la electricidad que requiere una instalación de su envergadura. Para operar al 100 por ciento -y no a media máquina- requiere de una planta generadora propia. El permiso de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y los planes de obra indican que se tratará de una central eléctrica con tres turbinas de gas y una de vapor, una instalación que demandará como mínimo tres años para quedar lista, es decir, será posterior a la producción de la propia refinería.

¿En serio que la obra emblemática del sexenio, la instalación que nos evitaría la importación de gasolinas se planeó sin algo tan fundamental como la energía para que funcione?

¿Es posible que no solo se dejaron de lado las consecuencias medioambientales de su construcción sino que se les haya olvidado las necesarias y básicas fuentes energéticas para que funcione?

Si bien una refinería necesita electricidad y gas para operar, también requiere de tuberías para sacar su producción. Suena una explicación básica, pero que a estas alturas es un error dantesco.

Aunque no lo crean, la Refinería Olmeca no está interconectada al sistema de ductos que debería tener para distribuir gasolina y diésel. Y exfuncionarios de la Sener dicen, entre líneas, que no hay planes para hacerlo. Todo parece indicar que este gigante de la refinación nos dará la soberanía energética… a través de pipas. Algo caro y casi doméstico si se tiene en cuenta la envergadura de Dos Bocas.

Hace pocos días, cuando presentó su renuncia como secretaria de Energía para buscar la gubernatura de Veracruz, Rocío Nahle aseguró que la Refinería de Dos Bocas fue todo un desafío y su construcción un gran logro que quedará como legado de la llamada cuarta transformación.

Hasta ahora el brutal sobrecosto de esta obra -que pasó de 8 mil iniciales a 20 mil mdd- parece ser otra mancha más en un coloso que no tiene energía para despertar.

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