Roberto Quiroz
Conversaciones del Taller Malix
Tema 4: Respuesta apócrifa de Edith Aron a Julio Cortázar
Parte 8
Querido Julio:
Lo recuerdo, sí, largo, flaco, pero no como un aburrido compañero de viaje. ¡Cómo decir eso de quien amenizó tantas veladas tocando el piano a bordo del Conte Biancamano! ¡Cómo calificar de tedioso a quien con sus interesantísimas charlas amenizaba nuestra mesa a la hora de las cenas! Debo decirle, eso sí, que me lo he pensado mucho, durante varios días y quizá semanas para dar respuesta a su misiva. Confieso que debí contener mi primer impulso de tomar pluma y papel para responderle de inmediato. Tuve que anteponer mi cerebro alemán a mi corazón latino y, debo decir también, que no me arrepiento y que quizá usted hasta debería agradecérmelo. De haber hecho caso a las apremiantes notas de tango con las que me bullía la sangre, mis palabras habrían sido de censurable reclamo y de dolido despecho ¡Todo este tiempo y apenas se la ha ocurrido escribirme! Si yo esperaba que su primera de muchas cartas la enviaría tan pronto hubiera puesto pie de nuevo en Buenos Aires ¿Qué acaso, como yo, no vivió esos primeros meses en París como los mejores de su vida? ¿Qué no se embriagó, como yo, en esta Ciudad Luz que se nos brindó por completo con sus calles, sus jardines, su música y sus letras? No, no. Hice bien en no responderle pronto porque le habría echado en cara su ausencia en el Conservatorio mientras yo escuchaba nuevamente a Bach haciendo un esfuerzo imposible por no recordarlo. O quizá le habría llegado un papel mojado por las lágrimas que me provocó encontrar de nuevo un paraguas tirado en la calle y que, con el corazón en un puño, tuve que dejar abandonado a su suerte. Si le he escrito es porque también he recibido su poema y, a pesar de su título, finalmente me he ablandado. ¿Fui acaso tan solo un paréntesis en su vida o debo pensar que su repentino regreso a la Argentina fue la verdadera pausa entre nosotros? ¿Seré yo su inspiración más allá de un poema? No, no, querido Julio. No quiero permitir que esa década de madurez y sabiduría que nos separa me abrume y me haga perder la razón. Prefiero que lo nuestro no sea nada más que una bella amistad y quizá pueda ver en mi a una compañera y a una colega. Le ruego no tome a mal esto último pues apelo justamente a esa “buena educación” a la que usted hace referencia y por ello mismo decido terminar así esta carta, pues podría continuar eternamente con todas las palabras que he tenido que dejar en mi corazón y en el tintero.
Hasta dentro de poco, también con mucho afecto.
Edith Aron
Roberto Quiroz (Ciudad de México, 1975) tras varios ires y venires, un día se dio cuenta de que realmente lo que realmente apasionaba es escribir. Y escribió y escribió hasta que un día, a punto de darse por vencido, un par de periódicos publicaron sus cartas. Ahora también cuenta historias en diversos medios y es miembro del Taller de Escritura Creativa de Malix Editores desde el 2019, tiene obra publicada en la memoria Ladro luego escribo 2019 y Ladro luego escribo 2020. robertoqm75@gmail.co