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El Atlético de Madrid da un paso a las semifinales de la Europa League

El diablo está en los detalles. El Sporting, que en el segundo acto no se había acercado a Oblak ni para saludar, tuvo en la prolongación su gol, el que hubiera convertido Lisboa en territorio comanche. Acababa de hacer el Atlético dos cambios de ésos que se hacen para que el partido se acabe, retirando a Diego Costa y Antoine Griezmann, pero he aquí que Bryan Ruiz enganchó un disparo en la frontal al que Jan respondió, sí, pero apenas para dejar la pelota muerta a pies de Montero. Ve tú a saber si al colombiano, que también acababa de irrumpir en la cuestión, le intimidó el portero rojiblanco incluso vencido en el suelo, el caso es que la echó alta y por ahí respiró definitivamente el equipo local, consciente de que pudo perder justo al final lo que había encontrado justo al principio.

Porque el Sporting había elegido traje de gala para este partido, mientras el Atlético andaba decidiendo qué ponerse; porque el Sporting había recuperado jugadores para la causa, mientras el Atlético repetía resonancias buscando lesiones que siguen sin existir; porque el Sporting había agotado su cupo de localidades en cuestión de horas, mientras el Atlético trataba de convencer a los suyos; porque, en fin, la ronda había sido del Sporting… justo hasta que el balón echó a rodar. Menos de medio minuto después, Rui Patricio lo recogía del fondo de su red. La cosa había sido que Coates, adelantando una noche de perros, regaló la primera pelota a Diego Costa para que éste se la pusiera con sutileza a Koke en el mano a mano. Sí, Costa. Sí, sutileza. Hay mucho más futbolista ahí de lo que quieren ver los de los tópicos. Cayendo a banda, asociándose, mostrándose… casi que lo que peor hace a día de hoy es rematar, como desafortunadamente se comprobaría después.

El error del central uruguayo anticipaba la que sería tónica habitual de la zaga visitante. Y eso que el equipo de Jorge Jesús reaccionó bien a ese primer contratiempo. Gelson y Piccini abusaron del carril derecho en lo que el Atlético se ajustaba por ahí, intervalo en el que Bas Dost merodeó el empate a partir de sus centros. El primero de los mencionados decidió moverse después hacia el medio, y por ahí encontró un boquete terrible justo cuando la escuadra rojiblanca parecía haberse fortificado ya. Se lanzó a un duelo directo con Oblak y ya se sabe lo que suele suceder en estos casos: más allá de la mano abajo de Jan, conviene dejar constancia de que el empeño del portugués por perfilarse para pegarla con la derecha permitió que Juanfran llegara por detrás para molestar su acción justo antes del disparo. Lo demás corrió a cuenta del de los guantes.

Llegó el momento de Mathieu, lo que tampoco fue buena noticia en clave lusa. Aturullado con la pelota, no se le ocurrió que prestársela a Griezmann en carrera. El 2-0 al entreacto era mucho premio. Justo antes del mismo, además, llegó la que quizás fuera peor noticia aún para el Sporting: William Carvalho tenía que retirarse tocado, lo que explicaba por otra parte su desaparición repentina después de un tramo inicial imponente. Apareció Acuña y se retrasó Bryan Ruiz, pero el cuadro luso perdió presencia y el segundo acto fue un quiero y no puedo… hasta lo del final.

En el arranque del mismo, por cierto, Coates se empeñó en deshacer el curioso empate que mantenía con Mathieu: yo provoqué un gol, tú provocaste otro, ahora me toca a mí... el charrúa pifió al despejar para que Costa se viera tan solo que no se dio cuenta de que estaba acompañado. En el intento de regatear a Rui Patricio, por explicarlo de otro modo, lo que hizo fue dejarle la pelota en las manos. Aún insistió Coates con otra torpeza posterior, pero ahí el 18 se había quedado prácticamente sin ángulo.

Visto lo visto, el Sporting empujó y el Atlético bajó revoluciones. Griezmann se retrasó con la entrada de Gameiro para decidir cuándo y cómo se atacaba, pero virgencita, virgencita, que me quede como estoy: la buena fue la de Montero. Así que sí, la Europa League sigue «bien encaminada», tal y como se definía en cierto comunicado del martes. Resulta una evolución lógica que los ultras se pongan a escribir, porque hace tiempo que los que escribimos somos cada vez más ultras.

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