Romper el Statu Quo
Roberto Cardozo
Y Aquí Empieza el Abismo
En los últimos días, en las redes sociales, sobre todo, se han vivido encarnizadas luchas de polémica por los actos ocurridos durante las manifestaciones feministas que buscan apoyar a aquellas mujeres y niñas que han sido víctimas de la violencia de género en nuestro país. Ya había comentado que la única salida que veía posible era la radical y lo sigo pensando. La única manera en la que podremos, como sociedad, voltear nuestra atención a lo que está sucediendo en este México tan bañado de sangre y violencia, es a través de actos que transgredan las instituciones y los símbolos que tanto decimos amar. Digo esto, porque de manera histórica, en el discurso, hemos puesto a la mujer como ese pilar, esa institución y ese símbolo de identidad como mexicanos, pero en la práctica estamos haciendo todo lo contrario; por eso, si como sociedad no respetamos a nuestros “pilares de la familia”, no esperemos que las mujeres respeten alguno de los otros pilares de nuestra mexicanidad.
Por otro lado, quienes se han manifestado en contra de la “violencia” lo hacen desde esa ideología de “si funciona, para qué le mueves”, buscando con esto mantener el statu quo de una sociedad que les resulta cómoda. Se hace inválido proponer “otras maneras” de manifestarse cuando se tiene el trasfondo de mantenerse con esta inercia social y no como un auténtico interés en que la violencia contra la mujer se detenga. En pocas palabras, dicen los que están en contra: sí, hagan sus marchas, pero que yo no me entere, porque mi mundo sí funciona.
La “violencia” en las manifestaciones ha sido, en forma general, actos que podríamos considerar vandálicos a monumentos históricos y fachadas de edificios, por eso me resulta difícil pensar que alguien pueda dar más importancia a estos actos y no a la verdadera violencia que se da en contra de las mujeres, misma que se puede constatar todos los días en las notas rojas de los periódicos. Esos actos sí son violencia: las mutilaciones, los abusos físicos, psicológicos, las muertes sangrientas, todo eso sí es violencia.
A lo largo de la historia, se han dado movimientos que convulsionan a las sociedades y que necesariamente implican episodios violentos, a pesar de que los que encabezan los mismos, lo hagan con una bandera de pacifismo. Veo que la situación actual podría llevarnos a una situación de revolución que espero que culmine en cambios positivos en nuestra dinámica social, dando como resultado un país que se reconozca como progresista en materia de género y derechos humanos.
Mientras, todos nos debemos comprometer como ciudadanos para re educarnos y recomponer el tejido social, con lo que llegaremos a un fin de la violencia partiendo de finalizar la violencia en general. Hay varias maneras de hacerlo, desde lo cotidiano, solo necesitamos un poco de voluntad. Estamos a tiempo para sanarnos como sociedad.