LAS FUNCIONES DEL DOLOR
CÉSAR IVÁN ESPADAS SOSA
POEMONTE
Existen muchas paradojas asociadas al dolor, pero la más importante es el hecho de que puede causar daño y también ser beneficioso. Puede sentirse como señal de que el cuerpo ha tenido una lesión que requiere atención, que nuestros tejidos han sufrido un daño inminente. Sin embargo no siempre es beneficioso. Un dolor moderado, fuerte o resistente puede alterar funciones importantes como el sueño, apetito, y lo más importante, alterar la habilidad para pensar adecuadamente así como para mantener una estabilidad emocional orientada a la creatividad del trabajo y la vida en general. El dolor crónico puede destruir la esperanza y a veces el deseo de vivir de la gente que sufre.
El dolor físico posee una fenomenología compleja. Provoca el desarrollo de emociones que varían de situación a situación y de individuo a individuo; existe un grupo de teorías que explican la variedad de emociones, incluso conflictivas para el individuo mismo, que desencadena la presencia del dolor.
DOLOR – MIEDO.- La mayoría de la gente experimenta ante un dolor inesperado y agudo el sentimiento del miedo, aun sin saber la dimensión del daño físico. El miedo aparece como defensa adaptativa y hace al individuo ponerse en “guardia” o emprender la retirada, esto con una gran cantidad de ansiedad. La intensidad del miedo depende del medio ambiente y de la misma intensidad del dolor. Se ha mencionado que cada experiencia de miedo evoca en el individuo fragmentos de aniquilación y muerte.
DOLOR – EXPRESIÓN.- El dolor que persiste por un periodo largo o que es intermitentemente largo tiende a desalentar al individuo y desesperarlo, le destruye su “conciencia de estar bien” y con desesperanza lo puede llevar a un grado de depresión. Si esta depresión no es severa, perdurará como una función adaptativa cuyo malestar hace aumentar los esfuerzos para evitar la causa del dolor. Si la depresión es de intensidad severa, pueden surgir ideas o intentos de autodestrucción.
En el dolor, la ansiedad, y la depresión que evoca el primero, puede desarrollar sentimientos de simpatía y compasión por otra gente que sufre. Los pensamientos y sentimientos que producen estas consecuencias sirven también para recordar al ser humano la vulnerabilidad y mortalidad del cuerpo humano y pueden poderosamente aumentar el afecto y respeto por la vida y el bienestar.
El dolor crónico puede también llevar el desarrollo de otras emociones importantes en la vida del ser humano. Es muy común desencadenar sentimientos de coraje que puede manifestarse en forma de agresión externa. También puede bajo ciertas circunstancias producir sentimientos de culpa y lo que es más común, aliviar los sentimientos de culpa originados previamente y sin ninguna relación directa con el dolor y sus causas.
Si éste resulta de acciones que llevaron a la violación de valores morales, religiosos o éticos, puede simbolizar una recompensa que orientara al individuo a evitar dichas conductas.
Durante la Segunda Guerra Mundial se observó en grupos de soldados heridos que casi la mitad de éstos rechazaban analgésicos que se le ofrecían. La explicación más aceptable a este rechazo, aun sufriendo, es que el dolor aumentaba el sentimiento de estar vivo y a salvo y reducía las amenazas de aniquilación. También es posible que el dolor que producían sus heridas aliviaran sus sentimientos de culpa que obviamente acumulaban.
El dolor influye y se aprende en las familias. La reacción de los padres ante el dolor es aprendida por los hijos, y en cierta forma influye en las emociones así como en la personalidad que los hijos desarrollan a su paso a través de la familia.