Editorial

LA HUERCA Y EL VATO – A LETRA DE BUEN CUBANO

LA HUERCA Y EL VATO

CARLOS GÓMEZ CAMUZZO

A LETRA DE BUEN CUBANO

 

                                                                             La sordera es cómica, así como la ceguera es trágica.

                                                                             «La vida en sordina» (2007), David Lodge

 

                  -¡Qué susto amiga Lupita! Doy gracias a la Providencia que mi huerca sobrevivió a tan horrible tragedia, hasta olvidé la madriza que pensaba darle por haber salido sin avisar rumbo a ese cerrito semi desierto donde su abuela decidió pasar el resto de sus días. No hay quien entienda a los hijos, vecina, porque mira que le dije a Zoraidita muchas veces que fuera a visitar a esa ruca usurera, pensando que por ser única nieta podría considerarla en su testamento. Visítala hija, llévale algún presente, -le decía- Sin embargo nunca me hizo caso. No sé qué le provocó cambiar de parecer e ir a verla de buenas a primeras.

                  -Amiga Laura, conozco el caracter de tu hija, además no es una niña, tiene diecinueve años ya, ¡no manches! Sabemos que es muy resuelta, hasta dicen…

                  -¿Qué?…No te escucho Lupe, déjame seguir: Me dijo que al llegar a la cabaña, su abuela, con cara de pocos amigos y un ¡Vaya!¿Qué estrella se va a caer? la hizo sentarse en el jardín para platicar. Comenzó echándole madres por no visitarla, asegurando que yo la estaba volviendo en contra

suya, ¿Escuchas eso Lupe? ¡Siempre me odió esa pinche vieja! Además le parecía inapropiado que la huerca trabajara en la carnicería de su tio. ¡Una niña carnicera! ¡Por Dios! ¿A quién se le ocurre? Le decía, ignorando que gracias a su habilidad en el oficio no moríamos de hambre.

                  -Bueno Laura, se rumora que tu suegra dedicó muchos años a guardar harta lana proveniente de su chamba como prestamista, ¿No crees que Zoraidita pudo?…

                  No escucho bien lo que dices, Lupe, permíteme continuar con el relato: Me dijo que mientras hablaban -era ya atardecer- creyó escuchar el aullido de un lobo en la lejanía, su abuela le dijo que no hay lobos por esa zona y continuó regañándola, al punto de decirle que la había considerado en su testamento pero tenía la determinación de cambiarlo, pues comenzaba a parecerse a la arpía de su madre. ¿Puedes creer eso amiga?

                  -Querida Laura, perdona, pero resulta raro que tu hija, de noche, sin avisarte…

         -No interrumpas Lupe; como te decía, me contó además que comenzó a lloviznar y se puso el chubasquero rojo que llevaba siempre consigo. Cuando le propuso a su abuela entrar a la casa escuchó un nuevo aullido, esta vez la vieja también lo oyó -me dijo- y vieron en el bosquecillo cercano que una plantas se movían de manera extraña. ¡De entre el follaje asomó un enorme lobo! ¡Híjole Lupe! ¿Te imaginas?

                  -Oye amiga, tu relato se me está pareciendo a un cuento muy conocido. ¿Tu hija está segura de las cosas que vió? Mis muchachas dicen que Zoraidita va a la farmacia con frecuencia para comprar unas pastillas…debías saber que…

                  No me interrumpas amiga, apenas te oigo. Dice la niña que corrieron hacia el interior de la casa como locas. Aturdidas del susto, la vieja se cubrió completamente con su edredón y se tiró en la cama, ella se metió debajo. ¡No sé si podré contarte el resto Lupe! Me dijo mi huerca que un enorme lobo entró violentamente por una de las ventanas de la cabaña, y al descubrir a la abuela, saltó sobre ella y la atacó con furiosos mordiscos. Escuchó el crujir de sus huesos y la sangre le mojó parte de su ropita.

                  -¡Por Dios Laura! ¡Las películas de horror que exhiben en los cines no debían ser aptas para adolescentes! ¿No crees que provocan actitudes muy…?

                  -¡No me estás prestando atención Lupe! Dice que con un gran salto el lobo desapareció por la misma ventana que había roto al entrar. Mi niña permaneció aterrada bajo la cama toda la noche, temblando de frío y sintiendo cómo la sangre de su pobre abuelita iba coagulándose sobre ella.

                  -Amiga, ya no sé qué pensar, discúlpame, Zoraidita dijo una vez que…

                  -No escuché lo que dijiste Lupe, pero no te hago la plática más larga; ya casi para terminar, te cuento que muy temprano en la mañana, el guardabosques, que había olvidado su hacha la tarde anterior cuando estuvo cortando leña para calentar el hogar de la vieja, descubrió a mi Zoraidita bajo la cama. El vato se espantó y llamó a la policía, porque vió a la niña toda cubierta de sangre y pensó que estaba muerta. Ella me contó que se quedó dormida, quizá por el agotamiento, imagínate.

                  -¡Claro que me imagino! Creo que debes buscarle un buen abogado. ¿No crees?

                  -Lupita, sabes que no oigo bien, déjame finiquitar, ya todos conocen que la policía retuvo a mi niña. Las declaraciones del guardabosques confundieron a la policía, ese vato dijo puras chingaderas, ¿cómo alguien puede imaginar que mi Zoraidita pudo asesinar a su abuelita?, ¡y descuartizarla, por Dios! Cuando fui a visitarla a prisión me contó a puros gritos todo cuanto te he dicho…¡Fue el lobo Lupita!.LA HUERCA Y EL VATO

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