La métrica, la rima y otros dolores poéticos
Mariel Turrent
A Través de la Pluma
Escribir poesía, no es cualquier cosa. El aspirante a vate suele derramar todos sus pesares y sus alegrías en la hoja, incluso tratando de que el final de cada verso rime y en ocasiones se pregunta cuál es la diferencia entre su hermoso escrito y los de los grandes poetas.
En días pasados recibí un escrito muy interesante, donde Renato Leduc cuenta “los toritos” que se daba con su condiscípulo Adán Santana, muy docto en retórica, poniendo un pie de verso para hacer en tres minutos una cuarteta so pena de perder un peso. Pues resulta que un día le dijo: “A ver, hazme una cuarteta teniendo como pie de verso: hay que darle tiempo al tiempo.”
Pero al cabo de tres minutos, Leduc tuvo que pagar su peso pues no logró encontrar algo que rimara con tiempo. Santana se burló de su falta de conocimiento: “tiempo no tiene consonante”, le dijo. Y en efecto, para lograr una rima con la dichosa palabra, se requiere repetirla, o usar una que la contenga: contratiempo, destiempo, pasatiempo.
Resulta que rimar no es cualquier cosa, la buena noticia es que existe “El diccionario de rimas” que busca todas las rimas en español para una palabra. En español existen dos tipos: la rima consonante: repetición de todos los sonidos vocálicos y consonánticos desde la última vocal tónica de la palabra; y la rima asonante: repetición de todos los sonidos vocálicos desde la última vocal tónica de la palabra.
Y ahora existen en línea diccionarios de rimas que además de escoger entre rima asonante y consonante filtran los resultados por número de sílabas por categoría gramatical y por comienzo de palabra en vocal o consonante.
Pareciera que en ese aspecto, la vida se ha simplificado, no solo con las aplicaciones que se han desarrollado, sino porque ahora la onda es no rimar. Es decir, el verso libre es aquel que no sigue reglas de rima ni medida de sílabas. Sin embargo, para escribir un verso libre, habría que conocer primero los versos regulares, saber lo que es la métrica y la rima y todas las formas que se pueden dar para no incurrir en ellas. No basta con aventar sentimientos profundos del corazón. Para empezar, hay que deshacerse de todas las rimas, el verso libre no acepta que exista ni una sola.
En segundo lugar, el poeta se ve obligado a construir un código especial de expresión poética, para que el verso libre funcione, es necesario huir de los lugares comunes y después de tantos siglos de poetas prolijos eso ya es en sí una hazaña, porque finalmente, todos acabamos diciendo lo mismo, el arte está en decirlo de forma diferente. Por último, el ritmo lo dan la extensión de los versos y los vocablos que se eligen, aunado a las pausas entre un verso y otro; eso será lo que le conceda una identidad expresiva particular. La verborrea emotiva y sentimental de los aspirantes a vate no es poesía. La poesía implica un trabajo arduo, es un oficio que requiere dedicación y entrega. De ninguna manera es más fácil escribir un verso libre que uno regular.
Renato Leduc, dolido por haber fallado en aquella prueba, no se conformó con la pérdida y siguió pensando cómo solucionar aquel acertijo. Entonces se le ocurrieron los siguientes versos:
Sabia virtud de conocer el tiempo
A tiempo amar y desatarse a tiempo
Como dice el refrán dar tiempo al tiempo
Que de amor y dolor alivia el tiempo
Y fue así como nació el soneto de Tiempo que Rubén Fuentes musicalizó y que José José y Marco Antonio Muñiz cantaron haciéndolo famoso.
Si bien la repetición funcionó en ese momento, como lo que se busca en el arte es la originalidad, no es nada recomendable copiar ese recurso.