DANZAR, CUANDO NO TEGUSTA HABLAR
LUISA ANDREA CANUL BRITO
ESPIRAL EN LETRAS
Hace unos años mientras me encontraba buscando otros sentidos del cuerpo, del espíritu, del alma y por su puesto de la danza me topé con el maravillo término “danzaterapia”; comencé a indagar acerca de diversos métodos aplicados y del cómo inició y tomó relevancia principalmente en España y es así como me doy cuenta que este maravilloso arte no solo servía para verse lindo en escena o ser un mero entretenimiento, sino que podía tener una función más trascendental en los individuos, si esta era practicada con fines específicos.
En mi primer acercamiento con técnicas corporales terapéuticas tuve el privilegio de conocer a Patch Adams (hombre increíblemente impactante), Carmen Merlo (alumna directa del método María Fux), Loreto San Juan (método Danza de la Vida) entre otros maestros que sin duda alguna cambiaron mi visión y metieron la inquietud de continuar investigando, experimentando y creando a partir de un sentido: desde este momento mi vida cambiaria, así como la forma de dar clases y de interpretar en un escenario.
Pero ¿qué es y para qué nos funciona la danzaterapia? ¿Tiene alguna relación con métodos psicológicos terapéuticos? ¿sucede algo con el cuerpo? Es un método psicoterapéutico, que desde mi punto de vista proporciona el acercamiento con las personas cuando a estas se les dificulta expresarse por medio de las palabras; se ocupan diversos tipos de dinámicas que involucran evidentemente la corporalidad, pero el receptor no necesariamente tiene que estar bailando todo el tiempo, sino que el movimiento puede darse de forma interna y es progresivo hasta llegar a conectar completamente con las emociones y liberar las que no permiten avanzar.
En mi formación como terapeuta manual, existió una materia fundamental –para mí-, cuando de proceso danzaterapéutico se trata, esta era la relacionada con la diagnosis oriental (lectura del cuerpo), simplemente porque bien dicen que el cuerpo dice más que mil palabras y no miente; en efecto cada cuerpo habla por los pensamientos, creencias, vivencias, etc., de la persona que lo posee. Siempre me había gustado observar a las personas: su caminar, sus gestos, las formas de sus pies, manos, rostro, pero no entendía su importancia hasta que al estudiar pude relacionar la teoría con las personas más cercanas y justo aquí es donde todo tuvo sentido y comencé a aplicar diversas dinámicas con algunos grupos que sin saber se convirtieron en mis conejillos, pero que al final los resultados eran hermosos.
Desde mi experiencia personal, tuve un punto importante en mi vida en que la danza se convirtió en un momento catártico en escena, cada vez que bailaba traía a ese instante (de manera consciente) la conexión de la vivencia con las áreas corporales en las que más influían de forma negativa y tuve la oportunidad de revivir con la intensidad que necesitaba, aquello que ya no quería en mi vida transformándolo en movimiento y finalmente liberando. Los bailarines desarrollamos la capacidad de consciencia que nos permite sentir, revivir, conectar, bailar, interpretar, todo al mismo tiempo y esto mismo lo puede llegar a experimentar cualquier persona de forma gradual al involucrarse en sesiones danzaterapéuticas.
La danza terapia tiene que ver con la autoconsciencia del individuo a niveles superiores, es visualizarse, escucharse, sentirse, conectar con aquello que niegas o con lo que te hace feliz, es recordar y todo esto nos lleva a modificar nuestro estatus espiritual, mental y por supuesto corporal. Un persona rígida, inflexible, intolerante, tenderá a un cuerpo duro y cerrado; alguien con capacidad de apertura hacia el mundo se mostrará más liviano y suave, incluso sus articulaciones (sobre todo de manos y pies) serán más abiertas.
La buena noticia es que estamos diseñados de un modo tan extraordinario, que podemos trabajar para cambiar: danzando la vida y permitiéndonos vivir libres de ataduras para poder fluir cada día con la mejor energía.
“DANZA LA VIDA”
