Editorial

La inclusión se incluye entre los jóvenes creadores – Mariel Turrent

La inclusión se incluye entre los jóvenes creadores

Mariel Turrent

A Través de la Pluma

 

                         Tener un amigo con una discapacidad es especial, es como una invitación a llevarte bien con toda la gente.

E.O.T.

 

Hace unos días, recibí la invitación para participar como extra en un cortometraje sobre la inclusión. Gustosos, mi familia y yo acudimos a la cita. Nos sorprendió que el director y su camarógrafo Carlos Sierra y José Pablo Faller, son dos chicos muy jóvenes, pero sumamente entusiastas y comprometidos. Ellos, con el apoyo de Alberto Carranza de Fundación Carola, congregaron a más de veintitrés familias para trabajar en la realización de una cinta que cuenta la historia de cuatro personas discapacitadas y tiene la finalidad de crear conciencia y promover la inclusión.

En 1970, cuando yo era niña, en mi mundo no existían niños con discapacidad. Nunca vi uno. Todos éramos niños “normales”: latosos, nerds, tímidos, tontos, listos. Pero no escuché jamás hablar de autismo, Síndrome de Down, parálisis cerebral, ni nada de eso.

Me acuerdo de que un amigo tenía una “hermanita malita”, pero nunca la conocí, era secreto y no se comentaba. Las personas, escondían cualquier situación que consideraran como un deterioro, supongo, porque mi papá cuenta que cuando él era niño cerca de su casa había una casa enorme donde decían que tenían escondida a una niña con la cara deforme. Era una especie de casa embrujada y la niña servía de fantasma para avivar la curiosidad de los niños “normales” que como mi papá trataban de espiar, provocados por la aventura, sintiendo ese miedo infantil que a esa edad se quiere desafiar.

Conocí más sobre la gente discapacitada a través del séptimo arte. Me acuerdo de “I am Sam” y “Rainman”. Gracias a éstas empecé a pensar que los discapacitados eran personas excepcionales; si bien no gozaban de nuestras mismas capacidades, habían desarrollado habilidades para compensar la disminución de algunas de sus funciones y además tenían otras de las cuales nosotros carecemos. Eran una especie de superhombres incomprendidos, que podían ganar sumas extraordinarias en los casinos, hacer y ver cosas que los humanos comunes y corrientes no podemos. ¡Increíble! a mí me hubiera gustado tener cerca a alguien así. Me parecía que tenían muchas cosas mejores que la gran mayoría de las personas, me encantaba su capacidad de vivir en el presente y ser felices, me intrigaba su mundo interior y su concepción de la vida. En mi mente se volvieron seres magnánimos, transparentes y auténticos, que lograban brincar la barrera de la hipocresía, del “pretender lo que no soy”. Y, por si fuera poco, me parecía que lograban vernos sin máscaras como si tuvieran unos rayos X para llegar hasta el alma.

La primera vez que tuve contacto real con un niño con Síndrome de Down, me pareció que Dios me estaba obsequiando algo. Era compañero en la natación de mi hija. Su mamá estaba orgullosa de él y de sus logros, era simpático, todos lo amaban y él lo sabía. Me sentí feliz de que mi hija conviviera con gente como él y la inscribí en la misma escuela. Ella ha crecido a su lado y se ha convertido en su amiga. Lo quiere y él la quiere, pero en su mundo, él no es un súper niño como en mi mente. Tampoco es un secreto escondido, como en la época de mi padre. No, en el mundo de mi hija, los niños discapacitados son muchos y conviven sin distinciones. Ella no les tiene consideraciones especiales, unos le caen mejor que otros, como sucede también con los otros niños (que ya no son “normales” sino buleador, buleado, TDA, hiperactivo, hiperquinético y quién sabe cuántos términos más dignos de un diccionario, pero esa ya es otra historia). Ella los ve como a cualquier otro, sin distinción. Yo los sigo queriendo excepcionales, pero me gusta pensar que la visión del mañana será como la de mi hija, una sociedad que no dé cabida a la exclusión social, que adultos, jóvenes y niños, se integren aceptando que el universo es una creación maravillosa y diversa, donde no existe un solo ser vivo idéntico al otro, una gama infinita de posibilidades que nos enriquece.                 

Estén pendientes próximamente de “Personas”, el cortometraje.

 

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