En Búsqueda del Hogar Perdido
Miguel Gallareta Negrón
Veleidades de la Memoria
Durante las etapas intermedias del Alzheimer, las personas afectadas por la enfermedad desconocen mucho de lo que les rodea, incluyendo el lugar donde viven. Por eso buscan desesperadamente su casa, aunque estén en ella, y hacen hasta lo imposible para salir a la calle en pos de su hogar perdido.
Y es que, después de seis o siete años de vivir con la demencia (aunque en algunos casos mucho antes), han olvidado los sucesos recientes de su vida, pero aún recuerdan los de su infancia y juventud, y por ellos buscan la casa materna, el hogar donde crecieron y se sintieron seguros durante las primeras décadas de su vida.
Hasta hace unos años, mi madre solía pedirnos que la lleváramos a su casa. Por muchas explicaciones que le diéramos, ella terminaba enojada porque sentía que la engañábamos cuando afirmábamos que su casa era ésta, precisamente en la que nos encontrábamos. Ella gritaba furiosa que no, que esa no era su casa, a pesar de que había vivido en ella los últimos 40 años.
Buscaba afanosamente el hogar donde creció con sus abuelos paternos, y por eso razón aprovechaba cualquier descuido de mi padre, para huir de él y deambular por las calles para encontrar la casa de sus recuerdos. Por supuesto que nunca le fue imposible hallarla en las dos o tres ocasiones que se escapó, suficientes para que la familia tomara medidas más drásticas, como acompañar a mis padres al supermercado o en cualquier salida que hicieran a la calle, o mantener las puertas de la casa cerradas con llave.
Conforme progresa el deterioro cognitivo en la persona que vive con Alzheimer, la mente no registra más sus vivencias recientes; poco a poco va perdiendo las de los años previos, hasta que finalmente llega a perder todos sus recuerdos, incluidos los más preciados y aquellos que la hacían sufrir.
En el ínterin, prevalece el desorden en la mente del paciente, y por ese motivo a su esposo le dice papá, o desconoce el sitio donde se ubica. En muchas ocasiones se siente atrapado en la casa familiar, y es entonces cuando decide salirse a la calle a buscar todo lo que no encuentra, todo lo que siente que le hace falta. En casos extremos puede creer que la tienen encerrada en un sitio ajeno, y pide auxilio a los transeúntes para que pueda salir.
Tras muchos años de experiencia conviviendo con el Alzheimer, aprendimos que es inútil dar explicaciones a nuestro familiar con demencia sobre el paradero de sus padres y hermanos, porque de todas maneras se niega a creer que sean veraces nuestras palabras. Lo único que nos ha funcionado en la familia, es la contención amorosa, abrazar a nuestra madre en cada momento que se sentía perdida, y en todo caso llevarla a lugares que le fueron comunes durante sus años mozos, pero nunca contradecirla ni discutir con ella.
Poco a poco, como consecuencia del avance de la enfermedad, ha dejado de preguntar por sus antepasados y se concentra en el quehacer cotidiano, en comer, dormir y disfrutar cada momento con las personas que la quieren y le prodigan atención y cariño.