Editorial

RADIOGRAFÍAS – George Steiner poseído por la intuición de lo particular

RADIOGRAFÍAS

George Steiner poseído por la intuición de lo particular

NORMA SALAZAR

«Al mirar hacia atrás, el crítico ve la sombra de un eunuco. ¿Quién sería crítico si pudiera ser escritor?»

George Steiner

George Steiner uno de los excelsos intelectuales, filósofo, historiador, crítico, poliglota, catedrático universitario, un erudito del pensamiento contemporáneo. La crítica literaria traza un ideal de razonamiento específico que ésta tuvo durante el siglo XX numerosas usanzas en el mundo occidental; en la cultura anglosajona ha persistido la imagen de que el crítico y, por resultante el pensamiento literario debe estar tutelado por un patrón una intención ética. Steiner debido a su grande capacidad para desplazarse más allá de los ambientes académicos afrontó el formalismo crítico a la deconstrucción por ende se convirtió en claro ejemplo de la crítica ética, culta motivando polémicas. La crítica literaria retomando a Roland Barthes es naturalmente una disertación sobre otro discurso con todas sus narraciones y discrepancias, han contribuido a esbozar paradigmas teóricos ceñidos didácticamente en forma histórica y sucesiva. Implícita esta proposición, la noción de la literatura aparece como un asidero ineludible tras entrever afirmaciones pese a su infinitud, tampoco son completamente satisfechas, déjeme enfatizar: todas las que se proceden de la unión entre medios y fines es como una medida de que la crítica en su función ancilar nos reintegra una y otra vez al inicio de partida. La literatura crítica literaria es inseparable para la literatura, a su vez, los problemas de la crítica son problemas de la literatura en las corrientes posmodernas. El diseño actual exige al crítico delimitar y explicar su propia crítica, a ejercer su labor de interprete, mediador o ser un filólogo. Ahora bien, en el ámbito de la teoría y la crítica literaria, podemos leer en sus numerosos ensayos para The New Yorker, Steiner acentúa con estética un estatus ontológico de las artes

                  “Siempre he desconfiado de la teoría a la hora de resolver mis asuntos emocionales,

                  intelectuales y profesionales. En la medida de mis posibilidades,encuentro

                  al concepto de teoría en las ciencias exactas y, hasta cierto punto,

                  en las ciencias aplicadas. […] Las humanidades no son susceptibles

                  ni de experimentos cruciales ni de verificación (salvo en un plano material, documental).

                  Nuestras respuestas a ellas son pura intuición […] Los juegos deconstruccionistas

                  o posmodernos, la imposición de modelos metamatemáticos

                  en el estudio de la historia y de la sociedad (teniendo en cuenta lo pretenciosamente ingenuas

                  que a menudo son las matemáticas) condicionan en gran medida

                  el clima en que se desarrollan los trabajos académico-críticos.

                  Los teóricos en el poder consideran mi propia obra, si es que la consideran de algún modo,

como impresionismo arcaico”.

La recepción de los trabajos de Steiner ante todo son teológicos que encaminan en gran medida por su capacidad para una convocatoria de públicos no especializados, la ideología ético-literaria de George Steiner es un cerrojo exaltado por el discurso con la expectación de requerir otro texto, es decir, un nuevo libro, asimismo la continuidad discursiva e inconclusa. Reitero ambles lectores, el colosal contenido que posee para juntar esas erudiciones. Incontables aspectos de la obra de Steiner que exhiben interés para describir minuciosamente es casi una labor irrealizable. La obra de este autor, a pesar de su vasa obra publicada ofrece muchas explicaciones totales del fenómeno artístico y cultural; Steiner nunca fue creyente de los sistemas cerrados que se transformaron en doctrinas. Fue más bien para él un centro del objeto investigación para reflexionar, llámese poesía, novela, artes visuales, música, etcétera, en vez de terminar el objeto de estudio lo renovaba continuamente a través de sus indagatorias literarias, históricas, teóricas y retoricas. El adulto Steiner resumió una escena de su infancia y lo lleva en todo su trabajo escritural

                  “Comencé a estar poseído por la intuición de lo particular,

de lo diverso innumerable que ninguna labor clasificatoria

ni ninguna enumeración podían agotar. Cada hoja de cada árbol difería de otra hoja

(me sentí abrumado al comprobar esta elemental y milagrosa verdad).

Cada tallo de hierba, cada pedrusco de la orilla del lago eran, eternamente,

“sólo así”. Ninguna medida, sean como fueren los mecanismos

con los que se estableciera, aunque fuera muy bien calibrada, era la misma.

Se desviaría por un pequeño trillón de pulgadas, por un nanosegundo,

por el hálito de un pelo —en sí mismo una hormigueante inmensidad—

con respecto a una medida precedente.

Me senté en mi cama tratando de contener el aliento,

sabiendo que el respiro siguiente señalaría un nuevo comienzo,

que el pasado ya era irrecuperable en su secuencia diferencial.

¿Adiviné en ese momento que no podía haber un facsímil perfecto de nada,

que la misma palabra dicha dos veces, incluso en repeticiones rápidas,

no era ni podía ser la misma?

(Mucho tiempo después me enteraría de que esa irrepetibilidad

preocupó tanto a Heráclito como a Kierkegaard)”

Termino ávidos lectores George Steiner una pérdida irreparable y, cómo él alguna vez anunció “La educación escolar de hoy es una fábrica de incultos”, no habrá otro gran erudito, sólo queda su magnánima obra que nos heredó.

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