EL JURAMENTO
ALAN LUNA
EN EL UMBRAL DE LAS LETRAS
El contorno en la línea de tu espalda es mi sendero para encontrar el sitio en donde la vida desvanece, los suspiros se hacen nada, el aliento no es suficiente, el sonido se esfuma y el espíritu escapa…tan solo…por un muy breve instante.
La muerte chiquita entre tus labios, tibios y húmedos, tus gestos de ánima resucitada y tu piel color de las flamas, la hoguera en el paraíso tropical de tu cintura.
Te desplomas sobre las blancas y azuladas dunas de la luna, la almohada recibe tu primer suspiro y mis brazos el candor de tu romance; relajada, hermosa, con la mirada perdida en el firmamento de sueños que construimos beso a beso, paso a paso, error tras error, perdón tras perdón.
Las ideas más geniales en mi mente son fruto del pensar en nuevas aventuras contigo, tus más grandes obstáculos juntos, tus más secretas memorias son el manual del “No perderte jamás”.
Tus finos dedos de pianista que anuncian la muerte, me ofrecen la pipa de la paz, consumación de la guerra entre nuestros deseos bestiales, compartimos el cigarro, las sábanas y la desnudez…también nuestras historias.
Aprendo a conocerte, la noche obscura y lluviosa me habla de tus penas, gota a gota tus pesares se hacen míos y del coraje de tu sufrimiento se enciende en mi pecho una flama centelleante, mi alma sale de mi cuerpo una vez más y mis ojos se postran en el umbral del futuro perfecto, me convertiré en el sol que alumbrará por siempre la ruta que sigas en el destino y que no se hable más de la mujer que sufre, que no se hable más de la mal amada, que callen las voces que vociferan la tristeza de tus ojos que sólo brillarán a la grandeza y tu ser hará eterna tu sonrisa.
Tus ojos, esos ojos que sólo han de brillar a la grandeza infinita y alcanzar a ser la bella sonrisa de lo eterno.