Editorial

El gran Burundún-Burundá ha muerto, de Jorge Zalamea – Mansalva

El gran Burundún-Burundá ha muerto, de Jorge Zalamea

Francisco Payró

Mansalva

www.franciscopayro.com

 

 

Gran parte de lo que sigue ha sido tomado del ensayo crítico de Alfredo Iriarte sobre la obra de Jorge Zalamea (Bogotá, 1905-1969).

En primer término, se reconoce que el estilo de Zalamea es esencialmente barroco al mostrar una gran pasión por el lenguaje y sus vastas posibilidades. Su poesía se encuentra claramente influenciada por el poeta francés Saint-John Perse, y él mismo a su vez influyó en gran medida —según Iriarte— en la narrativa de García Márquez (Los funerales de la mamá grande).

El gran Burundún-Burundá ha muerto es considerada una obra maestra escrita en prosa poética, y es tenida en ese sentido como la culminación de una serie de progresos literarios en los que se evidencia una poderosa capacidad lingüística descriptiva y sugestiva. La poesía de Zalamea es denominada “poesía al aire libre”, en contraposición a la “poesía de cámara o de coloquio”, de corte cerrado.

Los principales elementos estilísticos de la obra de Zalamea se encuentran en El gran Burundún, siendo éstos:

  1. Uso abundante de la aliteración, empleada con justeza y oficio (“…pues cada uno de los pasos de aquella lujosa y luctuosa procesión”, “…el babilano buey babilónico…luciente sin estrella en la frente…”).
  2. Prominencia de la adjetivación no redundante (“A la cabeza de ellos, envitalado, azorado y magro, el Canciller”, “…sus amarillos sacerdotes, sus amoratados verdugos, sus verdes delatores, sus negros matones, sus rojos escribanos…”) [Aquí se contradice la regla de no adjetivar demasiado; puede hacerse cuando se emplea de manera pertinente].
  3. Empleo frecuente de la onomatopeya (“cayeron —¡flap!— sobre las tejas verdinosas; cayeron —¡flap!— sobre los juguetes olvidados por los niños…”, “aúllen, rujan, chiflen, jadeen, ladren, graznen, ronquen, balen, cacaraqueen, relinchen, tosan, berreen, roznen, bufen, croen, zumben, eructen, rebuznen, mujan, chillen,…” [según Iriarte, es con las onomatopeyas donde Zalamea consigue la excelsitud y la vastedad de la lengua española frente a otras lenguas].
  4. Frases exclamativas de amplio aliento (“¡Qué altaneras cabezas!/¡Qué henchidos pechos!/¡Qué fulgurar de estrellas y de cruces y de placas y encomiendas!/¡Qué cintilar de galones y botones!”).
  1. Símiles y metáforas (“Marchaban como los puntos de una línea sin fin, como los números que se engendran a sí mismos infinita e inútilmente…”, “…por los senderos más propicios del viento, por las comarcas más tibias del aire”, “se tronchó el cuello contra la roca cristalina de la policía celeste…”, “La rosada bisectriz de la lengua, palpitaba en su muda alegría”, “En el túnel de niebla y de llovizna urdido sobre el cortejo…”).
  2. Enumeración (“Ni el hombre que busca en sus bolsillos briznas de pan y tabaco para ofrecérselas, entre el negror de las uñas, a sus escuálidas hijas; ni la mujer que se detiene largamente ante las vitrinas de la fiambrerías;…ni el niño que roe un botón asomado al ventanuco de la buhardilla…”, “y se alzaron sobre los campos, en la cima de los alcores, sobre el costillar oxidado de las grandes cordilleras, en los claros de las sierras aglifadas de pinos, a la linde de los lentos ríos legamosos y a la vera de los caminos.”).
  3. Cláusulas parentéticas (“Sobre la avenida más ancha y más larga del mundo —trescientos ochenta metros de lo primero, ciento diez y seis kilómetros de los segundo, para ser exactos— cernióse todo aquel día una incontinente llovizna.”; “En la insuperable crónica del gran Burundún-Burundá —finalmente hay que pronunciar su nombre, ¡y que los cielos y los siglos lo repitan como el eco de un largo eructo!— nada superó a la delicada, a la poética escenografía que imaginara para ensayar y probar la invisibilidad de sus policías celestes.”).
  4. Juegos de tiempos. El tiempo del poema se sitúa desde que la procesión del funeral parte de la basílica hasta llegar el momento del entierro; aun cuando existen frecuentes digresiones al pasado que luego hacen retornar la trama a los instantes en que transcurre el funeral. Cuando se refiere al cortejo utiliza el pasado perfecto; cuando lo hace respecto a hechos anteriores recurre al pasado imperfecto.
  5. Poder descriptivo. Susceptible de representarse a través de obras plásticas o del cine, lo sugestivo del lenguaje es una cualidad universal, ejemplo de ello: “Como finos crótalos, sus breves cascos empavonados repiqueteaban sobre el pavimento; donosamente doblaba las rodillas para mejor trenzar los pasos; su enarcado cuello marcaba el mudo compás de la danza, dibujado también en el aire por el vuelo de los crines y el lujoso vaivén de la peinada cola.”

El gran Burundún-Burundá ha muerto fue escrito y publicado hacia 1952 por Jorge Zalamea, en Buenos Aires, después de que éste abandonara Colombia tras la guerra civil conocida como El bogotazo. Se trata de una obra irónica en la que sale a relucir una enconada protesta contra las miserias de la dictadura. Por eso el libro encarna la figura del tirano déspota a través de una prosa poética con alcances universales. Los funerales implican finalmente el destino funesto de todo sistema basado en la usurpación y el abuso en el poder.

 

Jorge Zalamea, El gran Burundún-Burundá ha muerto, Colombia, Panamericana Editorial Universidad EAFIT Universidad Nacional de Colombia, 2016, 78 pp.

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