HANOI JANE: HISTORIA DE UNA TRAICION
GLORIA CHÁVEZ VÁSQUEZ
El traidor, es el perdedor de una de las facultades más bellas de la raza humana: la lealtad.
A los 82 años vale una fortuna, producto de sus bien calculados matrimonios y una tonga de premios otorgados más por apologías a su labor de disidente en el imaginario colectivo. A pesar de cuatro ex maridos multimillonarios y un exitoso historial fílmico, Jane Fonda no ha conseguido deshacerse de su etiqueta más infame, quizás la única a la que se ha hecho acreedora y con la que merecidamente pasara a la historia: Hanoi Jane.
Las víctimas y testigos cuentan sus tristes historias al viento pues dicen que las nuevas generaciones nacen con tabula rasa, o sea sin memoria de las aberraciones del pasado y tienden a negarlas. Tal vez porque nadie sabe el terrible papel de Ms. Fonda en la guerra de Vietnam. En 1970 era un icono. Hija de Henry, uno de los actores más reconocidos en el mundo. En su tempranos 20, Jane contaba con cuatro o cinco películas exitosas. Hollywood le había concedido un Oscar por pelar las nalgas en el papel de prostituta en Klute. Se había divorciado de Roger Vadim que la había convertido en objeto sexual y andaba con el radical Tom Hayden y los terroristas de Panteras Negras haciendo el papel de rebelde. No se llevaba bien con su padre a quien culpaba del suicidio de su madre. Su único hermano ya andaba en las drogas y filmándose en estado de éxtasis. Típica familia de cine.
Sin ton ni son con su vida, Jane se mete en problemas al tratar de pasar aduanas con marihuana en la maleta. Sale bien librada gracias a su fortuna, fama y abogados. Y entonces comienza a buscar causas perdidas, con todos los que reclamaban un espacio que ella ya tenía. A querer ser la cabeza del ratón que ella no era porque tenía su aureola. Y entre radicales y drogadictos encontró un nicho y una causa: protestar la Guerra de Vietnam. Le encantaba que la tildaran de pacifista, que no lo era porque ya se unía a los disturbios y tiraba piedras. Como estrella prominente aclamada por la crítica, resultó ser una pieza útil de calibre. Su colega Donald Southerland la invitó a formar parte de Free Army Tour (entre ellos, Fuck the Army) un circo que quería rivalizar con las giras de Bob Hope para levantar la moral de los soldados. Solo que el de Fonda, Southerland y otros infiltrados, sería para todo lo contrario.
En el verano de 1972 aparecieron las imágenes de Lady Jane Seymour Fonda, sentada en un tanque antiaéreo a pocos metros del Hanoi Hilton, como se conocía a la prisión que contenía a prisioneros de guerra. Uno de esos POWs el coronel Roger Ingvalson, acababa de ser derribado por un tanque similar. Fonda concedió 10 entrevistas radiales en las que llamaba a esos prisioneros “hipócritas y mentirosos” y negaba que hubieran sido torturados ni sometidos al hambre, o a lavados de cerebro, como denunciaban los pilotos que escapaban a ese infortunio.
Hoy en día la propaganda de izquierda insiste que todo fue un montaje y la noticia es falsa, a pesar de las fotos y los videos y la transcripción, presentada por el ex prisionero Roger Helle, de la arenga radial de Jane Fonda en Voice of Vietnam en agosto 22 de 1972. Los comunistas en Hanoi no podían estar más complacidos de las protestas populares de personajes como Jane Fonda y el estudiante/ periodista y desertor, futuro candidato a la presidencia y secretario de estado, John Kerry. En entrevista con CBS en 2005, Fonda repitió una vez más que no lamentaba ni se arrepentía de su gira propagandística por Vietnam del norte en 1972. “… pedí que pararan lo que estaban haciendo. Y la única manera de acceder a los prisioneros era a través de la radio” justificó.
Sólo hasta que Ronald Reagan logró restaurar el honor del servicio militar en su país en los años 80, Hanoi Jane como la llamaban ahora, admitió el error que había causado tanto dolor, no solo en su país sino a la gente de Vietnam del Sur. Pocos aceptaron su apología y mucho menos le creyeron. Casada entonces con el multimillonario Ted Turner, simpatizante y patrocinador de regímenes como el de Corea del norte se dedicaba a defender al régimen comunista desacreditando las denuncias de proliferación nuclear en esa nación. “Creo que los norcoreanos son sinceros”, declaraba.
La izquierda aun niega la anécdota que demuestra las malas intenciones de Hanoi Jane al visitar a los prisioneros de guerra en Vietnam. Pero sus sobrevivientes están ahí para recordársela. En 1978 el comandante de la escuela de supervivencia de las Fuerzas Aérea de los Estados Unidos ex prisionero de Guerra en la Prisión de Ho Lo más conocida como Hanoi Hilton, contó cómo había sido arrastrado de las letrinas a su celda, para que se aseara, comiera algo y luego se vistiera con pijamas limpias para presentarlo junto con otros prisioneros a una visitante norteamericana. Le ordenaron que hablara del trato humano que estaba recibiendo. El comandante, indignado, escupió en el cínico rostro de esa visitante, Jane Fonda. La golpiza que recibió a raíz del incidente le dejó incapacitado de por vida. En 1978, ya libre, cuando presentaba testimonio ante el congreso, el ex prisionero sufría de visión doble y debía usar un bastón para mantenerse de pie.
Larry Carrigan sirvió como coronel del escuadrón 347 (F-4Es) y vivió 6 años prisionero en el Hanoi Hilton, tres de los cuales estuvo en la lista de MIA (Perdidos en Acción). Carrigan también recibió la visita de la delegación pacifista. Esperanzados, escondieron notas en letra minúscula escrita en papel de cigarro con sus números de identidad y así dejar saber a sus familias que estaban vivos. Cuando los alinearon frente a la actriz y su camarógrafo, ella los saludó de mano y en forma de regaño les preguntó: ¿No te arrepientes de haber bombardeado a niños? ¿No estás agradecido de ser tratados tan humanamente por tus captores? Creyendo que se trataba de un acto, le entregaron las notas. Al final de la línea, cuando la cámara dejó de filmar, los asombrados prisioneros vieron como la Fonda entregaba las notas al oficial a cargo. Tres hombres murieron por las golpizas que les propinaron a consecuencia de la traición.
Años después, un grupo de prisioneros de Guerra incluyendo Carrigan denunció el gesto de Fonda y sus funestas consecuencias. Sin embargo, hasta la fecha, y para vergüenza de la justicia estadounidense, Jane Fonda continúa con su vida privilegiada de rica y famosa. Después de su caída moral, Fonda se reinventó como gurú de aeróbicos y estrella de cine. En sus memorias “Mi vida hasta ahora,” trató de explicar la foto en el tanque antiaéreo: “Me llevaron allí, no recuerdo quien. Yo me reía y me senté riendo y aplaudiendo. No sabía lo que estaba pasando ni donde estaba sentada. De pronto el flash de la foto. Me paré y cuando empecé a caminar con el traductor me di cuenta de lo que había pasado. De que iba a parecer que estaba derribando aviones norteamericanos. Entonces le rogué al fotógrafo que no usara la foto. Me aseguró que no la usaría. No sabía qué hacer. Es posible que los vietnamitas lo hubieran planeado. Nunca lo sabré. Pero, ¿puedo culparlos? Si la usaron, yo lo permití. Fue un error y ya he pagado por eso.
El líder supremo del ejército norvietnamita, general Vo Nguyen Giap dijo en CBS en 1989, que el factor determinante para ganar la guerra de Vietnam había sido la opinión pública. El hecho de que los norteamericanos se vieran forzados a reducir sus acciones bélicas y a sentarse en la mesa de negociaciones constituyó la victoria para Corea del Norte. Bui Tin, que servía en las fuerzas armadas como coronel asignado al general Giap cuando Saigon cayó, dijo al Wall Street en 1995 que los medios de izquierda e idiotas útiles como Jane Fonda y John Kerry habían sido esenciales para su estrategia. Su apoyo vulneró las defensas nacionales y al ejército estadounidense, facilitando de ese modo la invasión comunista de Vietnam del Sur. El hecho de que los políticos les ataron las manos durante el año electoral hizo que los generales nunca pudieran emplear la fuerza máxima para asestar el golpe de gracia. “Los norteamericanos perdieron por su democracia”.