TANATOLOGIANDO
LAURA SALAMANCA L.
PARA QUE SANAR A NUESTRO NIÑO INTERIOR
Sanar nuestro niño interior nos ayuda a fortalecer y recuperar el amor de uno mismo por eso es importante sanar las heridas emocionales que se fueron acumulando por años, y esto comenzó desde el vientre materno desde que fuiste o no deseado, y hasta los 7 años aproximadamente cuando como esponja fuiste absorbiendo las programaciones de las personas con las que convivías.
Pero como hacer una reprogramación mental cuando en la mente tienes tatuados tantos introyectos que te han hecho alejarte de la visión de quien realmente eres, y quizás a la fecha todavía no te descubras y sin embargo te están ocasionando una serie de conflictos ya sea en forma emocional o hasta físico.
Se recomienda sanar las heridas que se han quedado ahí hasta el día de hoy, desde el niño, o sea sanar desde nuestra infancia dolida y necesitada para poder ser adultos más libres, responsables y sabios que manifestemos una vida más plena y feliz.
1.- Estar al pendiente de cuando baje nuestra autoestima, cuando no sepamos lo que ocurre a nuestro alrededor, cuando estamos tristes, con culpa etc. y acceder inmediatamente a vernos como éramos de niños y saber que ahora estamos protegidos por nosotros mismos, le puedes preguntar poniendo la imagen de tu niño en frente:
Si lo que sientes es real o imaginario, realmente está sucediendo o tú lo piensas así sin asegúrarte, o será que solo necesitas un abrazo, y en ese momento tú mismo te puedes abrazar, y pídele que te explique qué es lo que necesita que tu hagas por él/ella y mírate vestido de alguna forma como te gustaba y obsérvate realizando lo que más te gustaba hacer de esa edad, (antes de los 7 años) y sin dejar de mirarte di:
Yo te amo profundamente, yo te libero del encierro, para que seas libre y compartas conmigo el secreto de la inocencia y me ayudes a disfrutar. Te acepto en mí, como una parte de mi ser libre y esencial, recibo con el alma y con el corazón abierto, los dones de la alegría , el asombro, el entusiasmo y la sorpresa, libero mis emociones, las acepto y dejo fluir, dejo de juzgarme, tengo derecho a equivocarme. Y mírate con mucho amor, observa bien a ese niño, mantén la imagen clara en tu mente y delicadamente acércate ya como adulto/a y abraza a ese niño/a y dile “yo cuidare de ti de hoy en adelante, yo me comprometo a darte mi amor, mi atención y mi comprensión, prometo ya no ser tan duro/a contigo”.
El objetivo es que te conectes con ese niño/a, incluso cuando recuerdes, ve anotando los decretos que escuchaste de pequeño/a y que te han detenido en el camino.
2.- Has un recuerdo si eres mujer o si eres hombre de tu primer charla a solas con tu madre y con tu padre y ve la relación que ustedes tuvieron cuando eras niño/a, como te hablaba, como se llevaba con tu padre/madre, como trataba a tus hermanos, como trataba a sus hermanos y madre, como era con sus amigos, como se llevaba con sus vecinos.
Apunta en una libreta:
Ahora pon 3 cosas positivas de tu madre
Ahora pon 3 cosas negativas de tu madre
En seguida pon 3 cosas positivas de tu padre
Y por último 3 cosas negativas de tu padre
Analiza que contestaste y verifica que cosas tienes tú de cada uno de ellos y cuales te gusta tener y cuales quieres quitar de tu vida.
Enfócate bien en tu día a día y cuando de caches haciendo lo que te gustaría quitar de tu vida no te enojes por haber actuado así, porque son patrones repetitivos que tardan en irse, pero si haces conciencia de ellos, estarás dando un gran paso en tu evolución para ser una mejor persona liberándote de esas ataduras que traías arrastrando.
De ahora en adelante trata de ser más amable contigo, quizás tu no sabías como se hacían algunas cosas y no fue lo mejor pero siempre hay tiempo para corregir el camino, ante todo amate a ti mismo y eso es mucho más fácil si te ves desde tu yo niño, que fuiste.
Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás
Tom Stoppard
Una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas . Carlos Ruiz Zafón