El Gordo Cósmico
Mariel Turrent
“Matices de la amistad intelectual
que es extremadamente complicada,
sutil, laberíntica, hecha de avances y retrocesos
como la lucha de siempre entre el toro
y la sutiliza del corcel mediterráneo
Amistad creadora
entendida no solo como un disfrute,
sino punzadora, a veces implacable,
con misteriosas pausas,
como sumergida por debajo del mar.”
Lima y Piñera
Abro un libro, cualquiera que sea para buscar una frase, algo que me diga algo para yo poder decir otra cosa. El libro es Clases de Literatura de Julio Cortázar, el curso de literatura que dio el autor en Berkeley en octubre y noviembre de 1980. Lo abro en la página 200 y atrapo lo primero que salta: “El Gordo Cósmico. Era obeso, y lo llamaba el Gordo Cósmico”.
Dice Cortázar que a Lezama Lima le gustaba mucho que le dijera eso. Y es que era un sabio ingenuo que, sin importar con quién hablara, tras dos o tres frases comenzaba a utilizar metáforas, a mencionar a Heráclito, a Voltaire, a personajes de su imaginación haciéndolos pensar que era un loco. “Su mundo era un mundo que abarcaba el cosmos, no sólo la realidad inmediata”.
A Cortázar le gustaba la parte lúdica de Lezama Lima, dice que su amigo cuando hablaba era exactamente igual que cuando escribía y que si en algún momento alguien tachó su escritura de artificiosa, fue porque no lo conocía. El cubano era así, tenía una inmensa sabiduría, pero en él había al mismo tiempo una inmensa inocencia. Concretamente en Paradiso muchísimas imágenes que emplea, aunque son muy elaboradas, son de un humor realmente extraordinario, como cuando habla de Gertrudis Widenstein, la cantante wagneriana más famosa de su época que decide retirarse y convertirse en la querida del emperador Chino; falsa modestia del personaje, como si ser la favorita del emperador Chino fuera poca cosa.
Las relaciones entre escritores pueden provocar dos tipos de reacciones o construyen un nuevo universo o lo destruyen. El caso de Cortázar y Lima es el primero. Cuando Paradiso fue publicado en Cuba en la década de los años 60, había una enorme intolerancia en materia sexual, muchas personas estaban encerradas en la UMAP (campos de trabajos forzados a donde enviaron homosexuales). Algún funcionario del gobierno, acusó al libro de pornográfico y el libro fue retirado. Cuenta Cortázar que una noche, Fidel Castro fue a la universidad a hablar con los estudiantes, y uno le dijo: “Oye fidel, ¿y por qué no podemos comprar Paradiso?”. A lo que Fidel respondió: “Chico, mira, ese libro realmente yo no entiendo gran cosa de lo que hay ahí adentro, pero estoy seguro de que contrarrevolucionario no tiene nada, de manera que no veo por qué no lo van a vender”. Y al otro día volvió el libro a las calles de Cuba.
Adriana Bosch, directora de cine cubanoamericana, en su documental Cartas a Eloisa, cuenta cómo la revolución cubana censuró y condenó al ostracismo al escritor José Lezama Lima por Paradiso; para algunos era un libro oscuro, para otros católico (por consiguiente antisocialista) y para otros homosexual y los homosexuales eran peligrosos para la nueva sociedad cubana. El capítulo ocho provocó tanto ruido que la gente iba a la Biblioteca Nacional a leer específicamente ese fragmento, pues no había otra novela en lengua española que tocara el tema del homosexualismo.
Lezama Lima fue uno de los intelectuales más prominentes de Cuba, un homosexual que no se doblegó jamás por lo que el sistema trató de anularlo. Desafiar de esa manera al régimen comunista le costó al cubano el ostracismo, que no le permitieran viajar fuera de la isla y que incluso lo retiraran oficialmente como referencia literaria.
Sin embargo, Julio Cortazar, su amigo, sacó la novela de Cuba y la publicó en México, así fue él el responsable de que Paradiso se entroncara con el «boom» literario latinoamericano.
https://www.youtube.com/watch?v=kDxhVn5XFtY
https://www.indiegogo.com/projects/letters-to-eloisa#/