RADIOGRAFÍAS
Un miedo lejano y otras fobias
NORMA SALAZAR
Juan Antonio Rosado doctor en letras por la Universidad Nacional Autónoma de México, narrador, ensayista, poeta, cuentista, crítico literario e investigador mexicano además un gran diestro de la música. En su sangre corre el legado del compositor puertorriqueño Juan Antonio Rosado (padre) y la pianista Lourdes Zacarías Azar (madre).
Con éste preámbulo iniciamos a escribir un análisis referente al libro El miedo lejano y otras fobias, un libro que a primera vista nos atrapa por una ferviente curiosidad, el título en primer término nos viene a la mente; cuál será la trama, sí ésta nos dará otra lectura de ESTUPEFACCIÓN por el hecho de redescubrir la otra historia, aquella historia con una apertura de sospechas mundanas claro ejemplo, lo lleva su título El miedo lejano ¿Cuál miedo lejano? Y otras fobias, ¿Cuáles fobias? El miedo es una alteración viva ruda que antecede un juicio de peligro sea real o imaginativo, déjeme enfatizar curioso lector, esa aversión oriunda a un riesgo aviso sin excepción de todo ser vivo. Esa expresión de sentencia que culmina con un terror por lo inesperado, acompañado con una ansiedad. Las fobias grafía del miedo agudo, un trastorno de salud emocional o psicológica que se libera ante acontecimientos u objetos específicos.
El trabajo escritural de nuestro cuentista es hacer que los ávidos lectores aprecien esa curiosidad y expectación inaugural, qué se engrandezca a través de los matices escrupulosos y capten en su lectura y asimilación la verdadera intriga o suspenso. Esto lo sabe muy bien nuestro académico Rosado Zacarías afianza pluma en mano su estilo, impregna con una fina sordidez una narrativa de honda catarsis ajusta el suspenso, una peculiaridad tan suya que podemos leerlo en un fragmento de sus cuentos en la segunda parte DE LA PUREZA. Prótesis
“Sostuvo la mirada en las persianas hasta ver doble, triple, cuádruple…
la confusión de colores que impele a un desvanecimiento abúlico y conformista.
Clavó la mirada como si lo hiciera en sus propios ímpetus machacados por
la impotencia. La luz del sol se colocaba por los resquicios de la persiana.
¿Ya es de día? ¿Es que toda la noche consistió en barajar hipótesis absurdas
sobre el amor? Ah, Rosalba…”
Una tensión de incertidumbre asimilamos con el protagonista y sus antagonistas por medio de sus acciones, la inmediata curiosidad más presente por el querer descubrir ¿Cuál será su desarrollo adentro de la trama o afectación del personaje?, nuestro autor nos lleva de la mano a través de su custodia y suspenso con pausas obligadas entre cada capítulo para recrear una angustia bien armada, un peligro destinado, como leemos en el apartado DE LA URBANIDAD y el cuento sórdido Ecce homo, aquí un fragmento
“JAVIER VOLVIÓ DE un prolongado coma en el Hospital San Martín.
En su extrema debilidad, sojuzgado por un dolor físico que a cada
segundo le decía que nunca lo dejaría después de aquel accidente, aún no
razonaba que le habían tenido que amputar los cuatro miembros ni que
había perdido un ojo. Sólo el tronco macilento y el consuelo de una diminuta
ventana al mundo lo mantenían respirando”
Reitero: lo que distinguen estos cuentos breves son la forma de relatarlos con toda la expectación impaciente y ansiosa por cada acción del protagonista; por otro lado sus acciones de los antagonistas van desarrollándose como si viéramos una película de suspenso donde nos inquietamos como espectadores, deseamos leer el próximo desenlace ¿Qué va ocurrir? En estas historias donde domina la intriga, agranda nuestros sentidos más frágiles por muy sórdidos que parezcan las escenas tiene un humor ácido., leamos otro fragmento de Ecce homo
“Sin piedad, el homicida se acercó y detonó el arma dos veces más
en el corazón, para cerciorarse. Guardó la pistola y se retorció las manos,
haciendo crujir las articulaciones. ˂˂Muy bien>>, se dijo. Con cuidado, se
aproximó al cuerpo. Le quitó el gafete y se lo colocó. Nadie sospechará que es
un extraño. Era imprescindible hacerse pasar por el médico que atendía a esa
basura humana, a ese canalla”
Este cuento saturado de crueldad acompañado de baldosas psicológicas que el autor resguardó veinticuatros años en el baúl, su título una abertura evangélica –que ironía-, donde capta al hombre vulnerable asimismo con mucha templanza.
El camión tomó una carretera vieja y en una curva peligrosa el individuo cayó
junto con varios montones de basura y rodó hasta el borde de un precipicio.
Una piedra –su peor enemiga- lo detuvo para que no cayera. El inválido trató
de desplazarse con escasos movimientos de cuello y cabeza. El objetivo:
precipitarse a la muerte. No lo logró”
Término ávidos lectores, un admirable libro que quebranta los adiestrados estándares de la literatura de ficción, terror con una finura de ironía.