Editorial

LA TORTA – Marisol Gutiérrez Garduño*

LA TORTA

Marisol Gutiérrez Garduño*

 

LLEGUÉ A LA ESCUELA en la tarde como todos los días: sin muchas ganas y con mucha flojera, lo normal. Había ido en la mañana, pero con distinto ánimo. Deseaba que no hubiera gente en los pasillos ni en las escaleras, y aunque casi todos se encontraban en clase, había quien como yo paseara de un lado a otro del corredor. Mis nervios se empezaron a alterar de pronto, escuchándose el ruido de mis pasos cada vez más fuerte y más aprisa (esto podía oírse por el silencio sepulcral de la escuela).

Decidí ir a la biblioteca y allí sola, hojeé un libro de psicología en el capítulo de factores motivacionales. Eran casi las 7:00 de la noche cuando salí del lugar, colocando antes todos los libros sobre una de las mesas. Dentro de un aula vacía saqué de mi bolsa cada uno de los pequeños objetos que me recordaban mi permanencia en aquella escuela: plumas, muñecos, anillos, collares, versos, etcétera. Todos ellos representantes y testigos de los últimos tres años de mi vida. El verlos me puso triste y por eso decidí dejarlos en el aula, sobre el escritorio.

Recorrí entonces los pasillos, salón por salón, viendo desde el exterior a mis compañeros atendiendo a sus clases. La mayoría feliz. Todos aquellos por los que algún día tuve un sentimiento estaban sonriendo, yo correspondía igual, pero en mi interior lloraba. Mi cajita blanca, el mayor de mis recuerdos, quedó en el último salón del segundo piso, donde nunca más podría verla (ni ellos o). Lloré un momento al dejarla. Aún no eran las siete.

Al entrar al laboratorio que se hallaba vacío, miré en un espejo la inscripción: «Tú eres el responsable de esta escuela». En mi rostro reflejado podían verse las huellas del llanto. Yo era en efecto la responsable, no ella, lo sabía. La decisión fue tomada bajo presión y no podía culpar a quienes convivían en ella por ejercerla. Volví a reflexionar sobre ellos mientras recorría por segunda vez los pasillos y a la gente.

Sentada en los escalones, muy triste, recordaba. No volver a verla no era fácil, menos despedirse. Con un bolígrafo dibujé en mi mano un pequeño bosquejo de la escuela que enseguida borré. De lo que pensaba hacer en algunos momentos nada había que reflexionar, no me arrepentiría nunca. Era la única solución. ¡Cuántas veces pensó con verdadera fe que todo en ella cambiaría! Más nunca sucedió.

En una sucesión de imágenes contemplé a cada uno de los seres, que de uno u otro modo contribuyeron a lastimar mis sentimientos. Me cercioré luego de que todos ellos estuviesen ahí, ya que todos los culpables de tan drástica situación debían estar presentes. Todavía di una última mirada a mi cajita blanca antes de salir.

Al pasar por la cafetería decidí tomar un último alimento como recuerdo. Ya afuera, faltaban sólo unos segundos para las siete de la noche, los fui contando: diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno y casi por llegar a la parada del camión frente a la escuela se escuchó la tremenda explosión. Sentía tranquilidad y paz. Mi cajita blanca con la bomba dentro cumplió su misión. Nada quedó de la escuela, ni de ellos, y como recuerdo sólo tuve un fuerte dolor de estómago debido a la torta que me comí al salir.

*Marisol Gutiérrez Garduño (CDMX, México, 1954). Doctora en Humanidades y Artes, Maestría en Artes Visuales, Licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas, Ingeniera textil en Acabados, Licenciada en Artes plásticas y visuales y Licenciatura en Comunicación. Ha publicado en 51 libros entre colectivos e individuales: Mirruñas y Pichicatos; Hombres vemos, vicios y locos no sabemos, Sol Edad, Ixchel, Voces visionarias, Cihuayaomeh, Clavería en la Memoria, Resonancia en Acción, Libres, Los juguetes de una pequeña, Una niña; Trazas, trozos, retozos y retrasos, Crónicas de Asfalto, 20 antologías del Colectivo Entrópico. Revista Roll de Monos. Directora de la Editorial La Hormiga Roja. Cuenta con 195 exposiciones de artes plásticas entre individuales y colectivas. Ha coordinado y participado en más de 302 eventos literarios.

 

To Top