Editorial

Tú deberías de escribir un libro – Mariel Turrent

Tú deberías de escribir un libro

Mariel Turrent

 

¿Alguna vez mientras alguien cuenta una historia increíble le has dicho “Tú deberías escribir un libro”? ¿Cuántas veces has escuchado esa frase cuando en alguna plática? Hay gente que nació para contar historias. Conozco personas que siempre tienen algo interesante que contar y otros a los que pareciera que jamás le pasa nada interesante. También tengo amigos que sé que han vivido aventuras apasionantes y cuando me las cuentan tengo que hacer un esfuerzo sobre humano para no bostezar.

Y es que no cualquiera es simpático ni buen narrador. Para relatar algo divertido no siempre se necesita haberlo vivido, sino tener la habilidad y el talento para contarlo. Dice Kate McKean: “No toda historia es un libro: Para escribir un libro por el que la gente esté dispuesta a pagar es necesaria una perspicacia que pocos narradores poseen”. Se necesita un relato contado ingeniosamente en unas páginas, diseñado para que un lector quede atrapado durante las cinco, seis, o diez horas que se puede tardar en leerlo, porque, si a la mitad se vuelve aburrido, la mayoría de la gente lo deja. “¿Te acuerdas de cuando tenías que hacer redacciones en el colegio? ¿Recuerdas sudar para escribir el número de páginas que pedía el profesor? ¿Recuerdas cómo usabas un tamaño de letra más grande y hacías los márgenes más anchos?”

Yo al igual que Natalia Ginzburg, escribo poesías e historias inventadas desde los diez años, no sabía que eso era un oficio y nunca creí que pudiera dedicarme a él de lleno hasta hace poco. Me hubiera gustado que alguien me lo dijera, lo detectara, y no lo vieran como un juego simpático de una niña. Escribir es algo que siempre he hecho, es algo que me sale natural, justo como lo describe Ginzburg, cuando hago otra cosa no me siento tan cómoda como cuando escribo. Escribir es parte de mí, de mi forma de vida, es mi manera de comunicarme, de divertirme, de pensar, de hacer todo lo que se hace en la vida, sin la escritura, mi vida no sería igual.

Pero no basta con tener el gusto de hacerlo, hay personas que llevan cuarenta años corriendo y muy probablemente nunca van a correr un maratón. Escribir un libro es eso. Como correr un maratón.

Dicen que si no te cansas escribiendo es mala señal. Uno se debe de cansar, debe ser algo que uno haga hasta quedar agotado. Porque uno tiene que sumergirse completamente en esa historia, vivir lo que cada uno de los personajes, impregnarse de su léxico, conocer a la perfección el mundo que los rodea, sentir lo que ellos sienten. Y claro, vivir tantas vidas intensamente es un trabajo exhaustivo.

Mi colega, Luis Fernando Redondo, dice que se ha pasado viajando entre una vida propia y otras vidas, y que quizá por eso se considera más público que personaje en esta función teatral que es la vida. Según él mismo confiesa, ha vivido tantas vidas que le cuesta tener una propia.

Si alguna vez te han dicho que debes escribir un libro, no hagas caso, un libro no es contar una historia, un libro es sentarse a escribir una y otra vez lo mismo de mil maneras diferente, y después tirarlo a la basura. Si lo que te gusta es eso, sentarte a armar con palabras lo que no eres capaz de explicarte a ti mismo, si te gusta buscar el sentido de la existencia de todas esas historias que escuchas, preguntarte en qué momento y por qué razón te llegan al alma, entonces empieza a escribir, tal vez nunca escribas nada bueno, pero el camino será apasionante.

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