Editorial

¿Democracia y medios digitales nativos? – Ernesto Adair Zepeda Villarreal

¿Democracia y medios digitales nativos?

Ernesto Adair Zepeda Villarreal

Fb: Ediciones Ave Azul Twitter: @adairzv YT: Ediciones Ave Azul

 

Una palabra que nos encanta es: democracia. Hablamos de países, de las familias o incluso de retas de futbol, que se han democratizado. Pero, ¿qué significa realmente esa palabra? En el sentido más literal se menciona que es un derecho de soberanía para elegir una administración política. Si se me permite, se puede estirar un poco más esa noción para decir que es la capacidad de elegir de manera autogestiva para articular un proceso. Parte de esta ida viene de la concepción de que los medios de comunicación no son muy democráticos, ya que son medios propagandísticos de quien los sostiene económicamente. Entonces, al hablar de democratización de los medios, se tiene la idea de que existen nuevas formas para balancear ese poder desmedido, nuevas opciones para acceder a información y compartirla. Ahí es donde entra lo digital. La idea de aldea digital tiene que ver con una comunidad sin fronteras que se puede comunicar con sus propios medios. El avance en el internet ha hecho que el acceso a foros, blogs, videos, o comunidades deje de ser sólo para los más versados en computación. De nueva cuenta, hablamos de la masificación de contenidos y la creación de redes. Eso sin contar el complejo fenómeno de las redes sociales por sí mismas.

Lo digital nos ha abierto las puertas para acceder a muchos materiales que antes tenían poca disponibilidad o estaban restringidos a una élite con el poder o el conocimiento para obtenerlos. Al mismo tiempo, nos abre ventanas donde estamos expuestos a enormes comunidades, en distintas partes del mundo. Sin embargo, aunque suena como una utopía bella, también tiene una faceta oscura, donde las comunidades se han especializado tanto, y esa facilidad de acceso le ha abierto las puertas a todos, incluso a las personas menos dispuestas a la pluralidad. Usando esa bella concepción new age, las comunidades tóxicas cuentan con armadas enteras de personas que llevan el purismo de sus ideas hasta el extremo. Entonces, aunque tenemos más medios, más opciones, ¿qué tan libres se han vuelto? O por el contrario, ¿esa sencillez para encontrar a otros, qué nuevas dificultades nos ha impuesto a la realidad? Como en la mayoría de los casos donde se humaniza una herramienta, es la persona que está detrás de su uso la que imprime su moralidad en la manera en que la maneja.

Por fortuna, también hay ejemplos muy positivos que han creado filones de la sociedad menos sombríos, como las comunidades de diseño de software abierto o de intercambio de obras bajo licencias de Creative Commons. La democracia yace en el pueblo, no en el mecanismo del voto. En estos nuevos tiempos donde se nos fuerza a integrarnos con mayor celeridad en el mundo digital, también tenemos que aprender a ser ciudadanos de la red. El problema es que es una nación sin fronteras, sin símbolos, y muchas veces sin ideales ni rostro. El anonimato, la simulación, la virtualidad pueden ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros, pero también lo peor. En el caso de la literatura y las artes se magnifica con la ingenua pedantería que nos regala la bastedad de la red. Se dice popularmente que a veces sólo hablamos porque tenemos boca. Hoy día, opinamos porque tenemos internet y dedos. En tiempos pasados los balcones estaban dados a reconocidos opinadores, mientras hoy en día hay cientos o miles de ventanas en cada casa, en cada nota, en cada página de la red. Y no todos queremos ser civilizados allí adentro.

Como en la antigüedad, la idea de la democracia implica una preparación mínima, una condicionante para poder ejercer el título de ciudadanos en esa otra sociedad, la capacidad de autogestión personal, pero también de autocontrol, de organización y de cordura. Antes de hablar de la democratización de la red, tendríamos que prepararnos para afrontar y ejercer ese poder. Quizá entonces logremos hacer que la diversidad de medios nos permita construir lo que deseamos que sea esa otra conciencia en la que nos vamos sumergiendo cada día más.

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