Los Días de Whitman
Gabriel Avilés
A Pulso de Tinta
presagiodemar@gmail.com
Hablé contigo no más de un minuto; añorando las inclemencias del sargazo mientras de tus ojos se despejaban vitrales; recordando los días en que Whitman, un buen jazz y el vino eran nuestros camaradas, y el mar, ese mar poseído por demonios nos hacía embriagarnos hasta asesinar oleajes.
La charla fue breve, preguntas de cortesía: ¿Cómo va la vida?, ¿Estás bien?, ¿Cuando salimos a tomar un café?, esas frases que inventaron los perdedores para aminorar su dolor y elevar al máximo el arrepentimiento.
Ambos nos cercioramos que este encuentro fortuito se encubra del nunca.
Ahora, nos desagrada el salitre y la superficial dimensión de los colores marinos, ahora vivimos cerca de urbes en podredumbre que reconfortan al corazón en celo y los días de fiesta y adulterio. Los únicos que permanecen en la insensatez de las olas son el buen jazz, algunos versos de Whitman y las garrafas de vino, inmaculadas y ausentes.