Editorial

TANATOLOGIANDO – LILA

TANATOLOGIANDO

LAURA SALAMANCA L. 

LILA

Hoy es el dia de mi muerte, que puedo contar si no, que mi vida fue maravillosa a pesar de la leucemia, a veces entraban en mi casa, los pajaritos a decirme lo que estaba ocurriendo en ese lúgubre lugar, donde las emociones se tropiezan entre camas, monitores, quimio y batas blancas, y ellos me contaban quien ya había pasado a estar más cerca de las nubes y mi cuerpo temblaba de miedo al tener que regresar, aunque fuera por solo una hora cuarenta minutos a ese horrible lugar.

Delfino murió ayer, ¡que pena! ¡y junto a mi cama ! pero qué alboroto, como si fuera la gran cosa, que ¿no tenemos que morir algún día? me preguntaba a cada rato pero ¿ porque esa sensación de miedo, porque siempre esa sensación? si lo he vivido por tres años tan seguido, y yo siempre contenta y feliz, como queriendo tenerlo todo y como si el tiempo no fuera suficiente para disfrutarlo.

 Pero ¿a dónde van todos los que se mueren? quizás yo vaya al mismo lugar, podría ser un jardín lleno de pajaritos como tantas veces lo he soñado o quizás sea un lugar solitario, donde no pueda ver a mi mamita y a mi único hermanito, no sé, no sé, y tampoco sé si quiero ir, a veces cuando es tan fuerte el dolor, si quisiera desaparecer de aquí, ya que siento que me están arrancando la piel de mis huesitos y eso no me gusta nada, mis brazos ya ni sé, de qué color son, porque desde hace mucho tiempo, están muy morados y llenos de hoyos, ya no quiero que me piquen: yo quiero estar tranquila en mi casa, jugando o peleando con mi hermanito, lo quiero mucho y no quiero que se quede solito porque mi mamá trabaja y ¿quién lo va a cuidar?

 Lila, esa niña hermosa con sus apenas nueve años de edad, ya cansada con su lindo cabello castaño, un poco ondulado, cortito como de honguito de la parte de atrás y cayéndole en la cara por enfrente cubriéndole su ojo derecho, y como en una fotografía, tomando con su mano izquierda su suero como un compañero inseparable de internamiento, nunca abandona su sonrisa, que cautiva al médico más serio y agrio, los mismos que le permiten acompañarlos a ver a sus compañeritos y aceptan la ayuda de ella, así que se le ve en hemato-onco y en especialidades, pero jamás en su cama, y los médicos no saben qué pasa con el cuerpo de Lila ya que a veces parece responder perfectamente al tratamiento y en otras ocasiones pareciera que le hace mucho daño, al punto de terminar en el cuarto de aislamiento sufriendo las consecuencias de la enfermedad como si estuviera en sus últimos minutos, y sin embargo al día siguiente se le veía como si nada, de cirugía a consulta externa con su pequeño osito de peluche colgando de la mano derecha y despidiéndose de las enfermeras, y cómo no conocerla si su curiosidad era demasiado grande y con tanto tiempo en el hospital, era como de casa, siempre consentida por mucha gente del personal.

 Ir a casa no era la mejor opción ya era lo más desagradable que podía vivir, ya que los abuelitos no eran muy tolerantes y sufría muchos regaños y la mamá aprovechaba para trabajar y su padre tres años atrás había fallecido a causa del alcohol.

 Papá, ¡ya no tomes, por favor, ya no tomes! pero no me hace caso, soy demasiado pequeña para que me escuche y le está pegando a mi mamá, no puedo soportarlo, pero un día no volvió a pegarle, porque se murió y mi mamá llora y se siente sola, a veces pienso que no se dá cuenta de lo que me pasa a mí, pero yo la amo y no me importa, solo quiero que este aquí a mi lado.

 Juntas en terapia recorrimos un mundo maravilloso donde sus deseos son cumplidos, por medio del genio de la lámpara de Aladino, donde ella podía expresar su más profundo soñar, mientras la quimio estaba haciendo su trabajo, ella se retiraba a disfrutar esos paisajes de arena y caminado entre construcciones moriscas, entre mezquitas y gente, donde volaba, sobre alfombras mágicas, en ese viaje tan placentero, donde a veces también caminaba y era de noche y otras veces era de día, al mismo tiempo que iba frotando la lámpara para expresar sus deseos, que de inmediato y en la vida real eran cumplidos en menos de 15 días y era tan consciente de ello que guardaba su lista para la siguiente terapia, fueron viajes increíbles, donde hasta se podía hablar de la muerte y de cómo le gustaría preparar un bello lugar si tuviera que irse y dejó de darle miedo regresar al hospital.

  

DEDICADO A LA MEMORIA DE MI LINDA NIÑA DEL H.G.

  

 

Algunos días no habrá una canción en tu corazón. Canta de todos modos

Emory Austin

 

lauhipnosis@gmail.com

To Top